Una imagen frecuente
en la literatura de Israel para identificar al Pueblo y la relación que lleva
Dios con él es la del pastor y sus ovejas. Este texto de Ezequiel hace
referencia a un pasaje muy largo referido a los malos pastores, a aquellos que
en lugar de cuidar a las ovejas, es decir a su Pueblo, lo habían descuidado, lo
cual los había llevado al sufrimiento. YHVH Dios se compadece tiernamente del
Pueblo y promete hacerlo ahora él mismo.
En este trabajo que ahora Él toma por su cuenta, empieza por ir a buscar a las perdidas y descarriadas, a las que se han alejado del rebaño; curar a las que por el trato de la vida se han lastimado o enfermado y a las que están sanas, mantenerlas cerca para que a su amparo crezcan. Esta es la imagen más hermosa de la Iglesia en la que Dios mismo sale en busca de todos aquellos que por la falta de cuidado de los pastores (empezando desde nuestro padres hasta los malos ejemplos de los pastores) se han alejado y ahora viven una vida mundana, lo cual hiere y enferma a los fieles.
Es el mismo Jesús quien ahora cura interiormente nuestras heridas y nos acerca de nuevo al rebaño, es decir, a la Iglesia. Abre tu corazón, si estás triste o alejado, permite al Señor tomarte entre sus amorosos brazos y que con su dulzura inagotable que brota de su Corazón, sane todas tus heridas; permite que su Sangre preciosa te limpie y con su Cuerpo te alimente para que, recobradas las fuerzas, de nuevo en el Redil, inicies una vida plena en su amor.
En este trabajo que ahora Él toma por su cuenta, empieza por ir a buscar a las perdidas y descarriadas, a las que se han alejado del rebaño; curar a las que por el trato de la vida se han lastimado o enfermado y a las que están sanas, mantenerlas cerca para que a su amparo crezcan. Esta es la imagen más hermosa de la Iglesia en la que Dios mismo sale en busca de todos aquellos que por la falta de cuidado de los pastores (empezando desde nuestro padres hasta los malos ejemplos de los pastores) se han alejado y ahora viven una vida mundana, lo cual hiere y enferma a los fieles.
Es el mismo Jesús quien ahora cura interiormente nuestras heridas y nos acerca de nuevo al rebaño, es decir, a la Iglesia. Abre tu corazón, si estás triste o alejado, permite al Señor tomarte entre sus amorosos brazos y que con su dulzura inagotable que brota de su Corazón, sane todas tus heridas; permite que su Sangre preciosa te limpie y con su Cuerpo te alimente para que, recobradas las fuerzas, de nuevo en el Redil, inicies una vida plena en su amor.
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