(Mt 25,33)
“Ningún impío puede comparecer ante él” (Jb 13,16). Ya que a su venida el juez ubicará a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda, ¿por qué razón es dicho entonces que no puede comparecer ante él ningún impío, si el debiera estar entre los cabritos, a la izquierda del juez?
Debemos saber que estamos en presencia del Señor de dos maneras. En este mundo primero, cuando pesando escrupulosamente nuestros pecados, nos ponemos en su presencia y en las lágrimas devenimos nuestros propios jueces. Cada vez que retomamos conciencia del poder de nuestro Creador, nos tenemos en presencia del Señor. (…)
Estamos también en presencia del Señor de otra forma, el día del juicio final, cuando compareceremos delante de su tribunal. (…) Cuando el justo contemple el rigor del juez que debe venir, recuerda sus pecados, se lamenta del mal que ha cometido y con rigor deviene su propio juez, para no ser juzgado. Inversamente, más el hipócrita agrada a los hombres, más desprecia mirarse interiormente él mismo. Se abandona completamente a las palabras de su entorno y se imagina ser un santo porque cree que los hombres lo tienen por tal. He aquí que dispersando du espíritu entre las palabras que lo adulan, nunca considera en lo que ofende al juez interior. (…)
Es entonces sabio decir “Ningún impío puede comparecer ante él”, porque no pone delante de sus ojos el rigor de Dios, y sólo arde por agradar a los hombres. Pero si escrutara su alma, si se tuviera en presencia de Dios, no sería más un impío.
San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia
Morales sobre el libro de Job, XI (SC 212. Morales sur Job, Cerf, 1974).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma