Canta, mi voz, la victoria
Cuyo triunfo es la cruz;
Di el triunfo y la gloria
Que resplandecen de este madero;
Narra la noble historia
Del Cordero vencedor y rey.
Dios, desde que creó al hombre,
Lloró la falta de Adán;
Pero si el árbol ha hecho la manzana
Que mató a nuestros dos padres,
El árbol traerá el bálsamo
Que curará nuestros tormentos.
Para salvar a toda justicia,
Precisaba al Creador
Que el pérfido artificio
Coja en la trampa al mentiroso
Y que la savia del vicio
Se convierta en fuente de felicidad.
En el tiempo querido por el Padre,
Dejando el castillo del cielo,
El Hijo, que creó la tierra,
Vino al seno maternal
Abrigo de un casto misterio,
Y reviste su cuerpo mortal.
Acostado en el austero pesebre
Es frágil y gime
De lienzos la Virgen María
Viste al Dios naciente;
En las vendas ciñe
Las manos y pies del Niño.
Que una alabanza eterna
Suba hasta la Trinidad;
Honor y gloria inmortal
A los Tres en su Unidad;
Que la tierra entera
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