Para creer, es necesaria la acción de la gracia y de la voluntad. Lean el Evangelio. Sus contemporáneos han podido tocar a Jesús, escucharlo. Sus sentidos lo captaban, la razón mostraba que era un hombre eminente, de gran virtud. Pero para penetrar hasta el santo de santos del ser divino y creer que era el verdadero Hijo de Dios, además de milagros y profecías, era necesario un don de la gracia. Jesús lo afirmó “porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo”. Y en otra ocasión “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió” (Jn 6,44).
La fe nos viene de lo Alto. Nosotros, teniendo ese don de Dios, debemos pedir su crecimiento: “Creo, ayúdame porque tengo poca fe” (Mc 9,24). Las tentaciones contra la fe siempre son posibles, pero ellas se convierten en un estimulo de la oración. Ellas rinden nuestra fe más viva y podemos apreciar mejor su carácter sobrenatural y gratuito. (…) Aprendamos a utilizar estas vacilaciones, adhiramos con más conciencia y firmeza a Cristo y su mensaje.
Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
Vivir de la fe (Le Christ idéal du prêtre, Maredsous, 1951), trad. sc©evangelizo.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma