"Conoce Clara a Francisco,
antaño jovial doncel,
aventurero y poeta,
de la alegre juventud,
de la venturosa Asís.
Y que ha tiempo, ha dejado
sus insanas amistades,
ha abandonado la morada
y negocio de sus padres,
Y ahora lleva una vida
tan extraña y retirada,
a ojos de sus paisanos.
Una hermosa mañana,
la joven Clara visita a Francisco
en la ermita de San Damián.
Asombrada queda Clara
al dialogar con Francisco,
extasiada en sus palabras,
sus motivos, sus razones
tan elevadas y altas.
Pues es Dios, Nuestro Señor,
quién las inspira, sin duda.
Eligiendo la renuncia material,
como dicta el Evangelio,
para entregarse así al prójimo.
¡Es la avaricia y la soberbia,
Clara estimada, lo que produce
el odio y las rencillas!
Solo la humildad y el despojo
de todo bien mundano, hará
que nuestros corazones se enaltezcan".
Extracto de un poema de Rosario de la Cueva.
¡Paz y bien!
antaño jovial doncel,
aventurero y poeta,
de la alegre juventud,
de la venturosa Asís.
Y que ha tiempo, ha dejado
sus insanas amistades,
ha abandonado la morada
y negocio de sus padres,
Y ahora lleva una vida
tan extraña y retirada,
a ojos de sus paisanos.
Una hermosa mañana,
la joven Clara visita a Francisco
en la ermita de San Damián.
Asombrada queda Clara
al dialogar con Francisco,
extasiada en sus palabras,
sus motivos, sus razones
tan elevadas y altas.
Pues es Dios, Nuestro Señor,
quién las inspira, sin duda.
Eligiendo la renuncia material,
como dicta el Evangelio,
para entregarse así al prójimo.
¡Es la avaricia y la soberbia,
Clara estimada, lo que produce
el odio y las rencillas!
Solo la humildad y el despojo
de todo bien mundano, hará
que nuestros corazones se enaltezcan".
Extracto de un poema de Rosario de la Cueva.
¡Paz y bien!
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