13 DE OCTUBRE 1917: SAN JOSÉ ESTUVO EN LA ÚLTIMA APARICIÓN DE LA VIRGEN EN FÁTIMA.
Breve relato de lo que ocurrió en la sexta y última aparición de la Santísima Virgen en Fátima, con el milagro del sol y un resumen de las apariciones anteriores
Había llovido toda la noche, el camino a la COVA DE IRIA era puro barro, las personas que caminaban rumbo al lugar de las apariciones estaban empapadas, mojadas por la lluvia.
Una vez que llegaron los niños alrededor del mediodía, rezaron el Rosario, de pronto
Lucía exclamó: “¡Aquí está la señora!”
Como en otras ocasiones, la mirada de los videntes fue atraída por un reflejo de luz. A continuación, la Virgen apareció en la encina:
LUCÍA, “¿Qué quiere de mi, Señora?”
NUESTRA SEÑORA: “Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor, soy Nuestra Señora del Rosario, que sigan recitando el rosario todos los días. La guerra terminará y los soldados pronto volverán a casa”.
LUCÍA: “Yo tenía muchas cosas para pedirle: curar a enfermos y convertir a pecadores...”.
Algunas serán concedidas otras no respondió la Virgen
Luego, abriendo sus manos, la Virgen las hizo irradiarse hacia el sol y, mientras se elevaba, el reflejo de su propia luz continuó siendo proyectada sobre el sol.
Entonces Lucía exclamó: “¡Miren el sol!”
VIERON APARECER, AL LADO DEL SOL, A SAN JOSÉ CON EL NIÑO JESÚS Y A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO. Era la Sagrada Familia. La Virgen estaba vestida de blanco, con un manto azul. San José también estaba vestido de blanco, y el Niño Jesús en rojo claro. SAN JOSÉ BENDIJO A LA MULTITUD, TRAZANDO TRES VECES LA SEÑAL DE LA CRUZ. El Niño Jesús hizo lo mismo.
Luego vino la visión de Nuestra Señora de los Dolores y de Nuestro Señor, abrumado por los dolores en el camino del Calvario. Nuestro Señor dio al pueblo su bendición, por un signo de Cruz. La aparición final, rodeada de gloria, fue la de Nuestra Señora del Monte Carmelo, coronada Reina del Cielo y de la Tierra, llevando al Niño Jesús en sus brazos.
Mientras estas escenas se sucedían ante los videntes, una gran multitud de 50 a 70 mil espectadores presenció el milagro del sol. El sol danzaba en el cielo, como si se cayera sobre la tierra, dio muchas vueltas, la multitud tenía la impresión de que el sol iba a desprenderse del firmamento y precipitarse sobre ellos, ¡prorrumpiendo en un grito de estupor Milagro! Milagro, rezando el Pésame Dios mío o el Credo.
La Santísima Virgen había ascendía lentamente en la inmensidad del firmamento, y los videntes asistieron a tres escenas sucesivas: la primera, que simbolizaba los misterios gozosos del Rosario, y después los dolorosos y finalmente los gloriosos (sólo Lucía vio las tres escenas; Francisco y Jacinta no vieron sino la primera).
Cuando la visión desapareció todos estaban secos, las ropas se secaron, y los caminos también quedaron secos.
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