Aunque estuvierais ya al borde del abismo, aunque estuvierais ya con un pie en el infierno, aunque hubierais vendido vuestra alma al demonio como un mago, aunque fuerais herejes tan endurecidos y obstinados como demonios, os convertiréis tarde o temprano y os salvaréis, siempre que –lo repito, y notad bien las palabras y términos de mi consejo– recéis devotamente, todos los días hasta la muerte, el santo rosario con el fin de conocer la verdad y alcanzar la contrición y el perdón de vuestros pecados.
San Luis Maria Grignion de Montfort
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