Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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miércoles, 30 de agosto de 2017

Te confieso, que no lo sé, Señor



Digo amarte
cuando, media hora en tu presencia,
me parece excesivo o demasiado.
Presumo de conocerte
y, ¡cuántas veces!
el Espíritu me pilla fuera de juego.
Te sigo y escucho
y miro, una y otra vez,
hacia senderos distantes de Ti.

Te confieso, Señor,
que no sé demasiado de Ti.
Que tu nombre me resulta complicado
pronunciarlo y defenderlo
en ciertos ambientes.
Que, tu señorío,
lo pongo con frecuencia,
debajo de otros señores
ante los cuales doblo mi  rodilla.

Te confieso, Señor,
que mi voz no es para tus cosas
lo suficientemente recia ni fuerte,
como lo es para las del mundo.
Te confieso, Señor,
que mis pies caminan más deprisa
por otros derroteros que el placer,
las prisas, los encantos o el dinero me marcan.

Te confieso, Señor,
que, a pesar de todo,
sigo pensando, creyendo y confesando
que eres el Hijo de Dios.
Haz, Señor, que allá por donde yo camine,
lleve conmigo la pancarta de “soy tu amigo”.
Haz, Señor, que allá donde yo hable,
se escuche una gran melodía: “Jesús es el Señor”.
Haz, Señor, que allá donde yo trabaje,
con mis manos o con mi mente,
construya un lugar más habitable,
en el que Tú puedas formar parte.

P. Javier Leoz


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