El Señor nos muestra los tesoros de su adorable Corazón cuando le adoramos en el Santísimo Sacramento del Altar. Cuando una persona frecuenta a una persona nerviosa, agitada, tiende a "contagiarse" de esta actitud. Lo mismo cuando se frecuenta a una persona muy tranquila, sosegada.
Cuando nos ponemos ante Jesús Sacramento recibimos la luz de su amor, de su paz, de su misericordia, de su espíritu. Hay una influencia real, porque hay presencia real. Él está allí,aunque no se le vea ni sienta, aunque parezca que estamos ante un muro de piedra. Dios mismo está ahí, no depende de nuestros sentimientos ni estado de ánimo. Jesús en Persona nos espera día y noche para abrazarnos y sanarnos, para derramar sobre nosotros el bálsamo del consuelo.
Pero...Consolémosle también. Su Corazón agonizante sufre en la Eucaristía por tantos desprecios, ultrajes y abandono. Sé para Él una morada donde su Corazón, manso y humilde, encuentre reposo.
Alejandro María
Alejandro María
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