El Señor nos sorprende. La nave de
nuestra alma puede parecer zozobrar, sacudida por vientos contrarios, por
tentaciones, sequedades espirituales, el desánimo por nuestras infidelidades y
pecados, acontecimientos que ponen en crisis nuestra fe y confianza en
Dios...Nada te espante.
Puede parecer que estamos solos, que
Jesús no está a nuestro lado. Dios no se muda. Él nos dice: "Ánimo, Soy
Yo, no tengáis miedo". Nos anima y consuela, nos exhorta a no temer nada, porque
quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta.
Él camina sobre las aguas y los
discípulos lo confunden con un fantasma. Pero es Él, el mismo de siempre...solo
hay que saber reconocerlo en los acontecimientos del día a día. Pedro le dice:
"Si eres Tú...". Nuestra falta de fe y confianza en el Señor nos
abruma y supera. Pero Jesús tiene paciencia y nos enseña su poder. Confirma
nuestra fe. Él camina sobre el agua. Él lo puede todo. No hay nada imposible
para Dios, le dijo el Arcángel a la Santísima Virgen.
Pedro camina sobre las aguas, pero
llega un momento que teme. No recuerda que camina sobre el agua "gracias a
Jesús", no por sus propias fuerzas. Se olvida que tiene ante Él al Hijo de
Dios vivo. Cae. Se hunde. Pero Jesús siempre está ahí para tendernos su mano y
rescatarnos, aunque dice: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"
Pidamos al Señor que nos aumente la
fe en Él para poder exclamar en cada momento de nuestra vida:
"Verdaderamente eres el Hijo de Dios".
Feliz Domingo.
Alejandro María
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