"No hay amor más grande que dar la vida por
los amigos". Jesús se ha dado por entero. Ha entregado su Cuerpo; ha
derramado su Sangre. Se ha ofrecido como víctima al Padre por todos y cada uno
de nosotros, para que cayera sobre Él el rayo de la Justicia Divina que debía
fulminar a toda la humanidad. ¿Quién se atreverá a dudar del amor de Dios?
¿Quién dirá: Dios no me ama? ¿Te parece poca cosa esto?
Si así fuera, Jesús ha hecho más. Se ha quedado vivo,
de manera verdadera y real en la Santa Hostia. Cuando el sacerdote levanta el
Sagrado Cuerpo y Sangre, después de las palabras de la consagración, el mismo
Señor Jesucristo está ahí presente, ofreciéndose al Padre por ti y por mí.
Y aún más. Podría haberse quedado en la Eucaristía únicamente en el momento de la Santa Misa, pero ha querido prolongar su presencia viva mientras duren las sagradas especies para que le visites siempre que desees. Te espera día y noche en el Sagrario.
¿Y esto no es Amor? No hablamos únicamente de un Hombre, sino del Dios Eterno, el Creador del universo. No tenía necesidad, pero por amor a ti se encarnó en la Santísima Virgen, murió, resucitó y se ha quedado en la Santa Eucaristía.
Dios se humilla para confundir y destruir el orgullo de Adán. El camino para ir a Dios es el mismo que Él ha recorrido para ir al encuentro del hombre: el abajamiento, la sencillez, la humildad.
Bendito y alabado seas, Jesús, en el Santísimo Sacramento del Altar.
María Santísima, danos tu Corazón para amarle con tus sentimientos
Y aún más. Podría haberse quedado en la Eucaristía únicamente en el momento de la Santa Misa, pero ha querido prolongar su presencia viva mientras duren las sagradas especies para que le visites siempre que desees. Te espera día y noche en el Sagrario.
Y aun más. Podría haberse quedado en la Eucaristía
solamente para aquellas almas que le adoren y honren, pero ha querido quedarse
también para los malos, aún sabiendo que muchos le recibirían en pecado mortal
y cometerían atrocidades con su Cuerpo y Sangre, profanándolo.
¿Y esto no es Amor? No hablamos únicamente de un Hombre, sino del Dios Eterno, el Creador del universo. No tenía necesidad, pero por amor a ti se encarnó en la Santísima Virgen, murió, resucitó y se ha quedado en la Santa Eucaristía.
Dios se humilla para confundir y destruir el orgullo de Adán. El camino para ir a Dios es el mismo que Él ha recorrido para ir al encuentro del hombre: el abajamiento, la sencillez, la humildad.
Bendito y alabado seas, Jesús, en el Santísimo Sacramento del Altar.
María Santísima, danos tu Corazón para amarle con tus sentimientos
Alejandro María
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