¡Queridos Hermanos y Hermanas!
1. El Corazón de Jesús es fuente de
vida, porque por medio de Él actúa la victoria sobre la muerte.
El Corazón de Jesús es fuente
de santidad, porque en Él ha sido vencido el pecado que es adversario de la
santidad en el corazón del hombre.
El
Señor Jesús, que el Domingo de Resurrección entra por la puerta cerrada en el
Cenáculo, dice a los Apóstoles: "Recibid el Espíritu Santo: a
quien perdonareis los pecados les serán perdonados" (Jn 20,23).Y
diciendo esto, les muestra las manos y el costado, en el que están visibles los
signos de la Crucifixión. Muestra el costado, lugar del Corazón traspasado por
la lanza del centurión.
2- Así, pues, los Apóstoles han sido
llamados a volver al Corazón, que es propiciación por los pecados del mundo. Y
con ellos también nosotros somos llamados.
La potencia de la remisión de
los pecados, la potencia de la victoria sobre el mal que alberga en el corazón
del hombre, se encierra en la Pasión y en la muerte de Cristo Redentor. Un
signo particular de esta potencia redentora es precisamente el Corazón.
La Pasión de Cristo y Su muerte se han apoderado de todo su
cuerpo. Se han cumplido mediante todas las heridas, que Él ha recibido durante
la Pasión. Y se han cumplido sobre todo en el Corazón, porque el Corazón
agonizaba mientras se apagaba todo el cuerpo. El Corazón se consumía al ritmo
del sufrimiento que producían todas las heridas.
3.En este despojamiento el Corazón ardía de Amor. Una llama viva
de amor ha consumido el Corazón de Jesús en la Cruz. Este amor del Corazón fue
la potencia propiciadora por nuestros pecados. Ello ha superado -y supera para
siempre- todo el mal contenido en el pecado, todo el alejamiento de Dios, toda
la rebelión de la libre voluntad humana, que se opone a Dios y a su santidad.
El Amor
que ha consumado el Corazón de Jesús, el Amor que ha causado la muerte de su
Corazón, era y es una potencia invencible. Mediante el Amor del Corazón divino,
la muerte ha logrado la victoria sobre el pecado. Se ha convertido en fuente de
vida y de santidad.
4.Cristo
mismo conoce hasta el fondo este misterio redentor de su Corazón. Es testimonio
inmediato del mismo. Cuando dice a los Apóstoles: "Recibid el Espíritu Santo para
la remisión de los pecados...", da testimonio de aquel Corazón que
es propiciación por los pecados del mundo.
María, Tú que eres Refugio de
los pecadores, ¡acércanos al Corazón de tu Hijo!
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