En el silencio de tu alma se esconden los
más bellos secretos de tu corazón.
En el silencio de la naturaleza Dios
susurra a través de los pájaros y demás criaturas.
En silencio con un amigo, se descubren maravillosas
conversaciones que la palabra sería incapaz de verbalizar.
En el trabajo callado y tranquilo, los
dones de las personas se hacen visibles.
Entre ruidos y prisas el silencio puede
ser el mejor arma del que dispones para acercarte a Dios y a ti mismo.
El silencio no es la ausencia de
sonidos, es un estado tranquilo en el que te puedes verbalizar con mayor
claridad a ti mismo aquello que se mueve en tu interior.
La palabra, cuando es clara y sincera, nos
acerca a los demás, nos ayuda a darnos a conocer, nos muestra lo que los otros
piensan y viven…
El silencio es el mayor grado de
comunicación que podemos conseguir con un ser humano.
La soledad no es silencio, el silencio
no es soledad.
La vida se comparte dándola, el silencio
se comparte estando al lado del que sufre, del que ama, del que vibra al son de
un sencillo acorde musical.
Ábreme el cofre sagrado de tu silencio, comparte
conmigo desde lo que eres, desde lo que vives, desde lo que lloras y desde donde
te alegras… sin palabras, sencillamente, desde lo que eres.
Entraré de puntillas, sin hacer ruido, para
no romper la hermosura que me ofreces a través de tu silencio.
El silencio es el mayor grado de
comunicación.
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