¿Te preguntas a
veces si tendrás fortaleza suficiente para enfrentar algunas demandas que se te
hacen?
¡Dios proveerá!
¿Dudas de tu
habilidad para manejar alguna situación o a algunas personas?
¡Dios proveerá!
¡Dios proveerá!
¿Necesitas sabiduría, orientación, comprensión, paciencia o inspiración?
¡Dios proveerá!
Relájate, querido amigo.
No hay nada que
Dios no pueda hacer en tu vida y en tus asuntos para ayudarte,
levantarte,
protegerte y bendecirte. El poder de Dios en ti no está limitado por ninguna
circunstancia material, ni está obstruido por ninguna condición física.
Su poder y su
fuerza son mayores que todo lo que tú puedas ver como obstáculo para
el logro de tus deseos. Dios puede hacer cualquier cosa en ti o a través de ti,
si sólo te relajas, dejas ir, y lo dejas actuar.
Dios proveerá los canales a través de los cuales tu bien fluirá a ti.
Él proveerá las personas, las circunstancias, y los contactos, a través de los cuales llegará la provisión de sustancia. Él abrirá las puertas adecuadas, te llevará por los caminos apropiados, te dirigirá, te aconsejará, te ayudará y te infundirá confianza, porque Él es tu Padre, que todo lo provee, la fuente de todo bien.
¡Dios proveerá!
Repite esas dos palabras una y otra vez hasta que literalmente las sientas vibrando,
no sólo en tu
mente, si no dentro de cada una de las células de tu ser. Afírmalo, hasta que
ellas se confirmen y establezcan como parte de tu conciencia.
No necesitas discurrir cómo se resolverán las cosas cuando estás frente a una dificultad. Simplemente, descansa en la eterna verdad de que ¡Dios proveerá! De su perfecta y sabia manera.
No necesitas discurrir cómo se resolverán las cosas cuando estás frente a una dificultad. Simplemente, descansa en la eterna verdad de que ¡Dios proveerá! De su perfecta y sabia manera.
Cuando necesites saber qué camino tomar, cuando haya que tomar una decisión, descansa en la maravillosa seguridad de las palabras ¡Dios proveerá!
Él renovará las células de tu cuerpo.
Él armonizará
tus relaciones con otros.
Él pondrá de
manifiesto el empleo perfecto.
Él te guiará al
compañero adecuado.
Él abrirá nuevas
oportunidades, nuevos canales de provisión.
¡Dios provee!
Tan cierto como a la multitud se les ofrecieron panes y peces, a ti se te proveerá, para las necesidades materiales cotidianas.
Tú eres el amado
del Padre.
Es su buen
placer darte su reino de abundantísima provisión.
No hay nada que
sea demasiado para que el Padre lo dé a sus hijos.
En oración habla al Padre acerca de las cosas que te perturban, en la seguridad de que Él está siempre dispuesto a traer a manifestación respuestas y soluciones.
En oración habla al Padre acerca de las cosas que te perturban, en la seguridad de que Él está siempre dispuesto a traer a manifestación respuestas y soluciones.
En el momento
que abres la puerta de tu mente a su presencia, en ese momento, su divina
provisión comienza a fluir a través de tu vida y asuntos.
¡Dios proveerá!
¡Dios proveerá!
Dios provee, en cualquier tiempo, lugar o circunstancia, y en una variedad de maneras más allá de tu presente comprensión.
Confía todas tus cosas a su sabiduría. No
necesitas luchar, ni necesitas forzar
las cosas,
porque no es por el poder personal, ni por la fuerza humana, sino por la Gloria
de su Espíritu Santo en ti, que la bendición que anhelas, se manifestará a
través de ti. Ten este pensamiento presente y entrarás en una nueva conciencia
de unidad con el Padre como
nunca habías experimentado hasta ahora.
Deja que las palabras: Dios proveerá, lleguen a los más profundos rincones de tu pensamiento y sentimiento, y cada día traerá milagros de luz, de curación y de provisión.
Dios está ahora mismo, abriendo nuevas veredas para que tú camines por ellas.
Deja que las palabras: Dios proveerá, lleguen a los más profundos rincones de tu pensamiento y sentimiento, y cada día traerá milagros de luz, de curación y de provisión.
Dios está ahora mismo, abriendo nuevas veredas para que tú camines por ellas.
Él está en este
mismo momento, inspirándote a seguir adelante con valor, fe, amor,
y la seguridad
de que . . .
¡Él proveerá!
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