Contempla despacio cada Avemaría, cada misterio del Rosario.
Adéntrate en el Corazón Inmaculado de tu Madre, allí conserva toda la vida de
su Hijo y la contempla sin cesar.
María quiere que tú, al igual que Ella, la conserves en tu corazón
y aprendas en su escuela. Ella es Maestra de oración. Con cada Avemaría
construyes a tu alrededor (y alrededor de cada persona, país, situación por la
que rezas) una cerca celestial que preserva contra los ataques del maligno.
Satanás no puede acercarse porque estás siendo protegido por María. Ante Ella
el infierno entero queda turbado.
Con cada Avemaría rezado con amor, introduces un dardo de oro en el
Corazón de Cristo. Estoy seguro que ese dardo permanecerá clavado en él durante
toda la eternidad y Cristo te lo mostrará el día del Juicio.
María, contigo queremos meditar la vida de tu Hijo. Ábrenos tu
Corazón. Enséñanos a orar como tú lo hiciste.
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