Aunque, a simple vista te parezca un fracaso,
sigue apostando por lo que haces.
Siembra amistad aunque recojas rechazo.
Sonríe a los que te rodean,
aunque se queden perplejos de tu felicidad.
¡No todo está perdido!
Defiende aquellos valores que sin ser aplaudidos
son cimientos de una nueva sociedad.
Cristo, no lo olvides, necesita gente como tú:
gente que no esté muerta en vida.
Personas que, por defender el cielo,
no les importe ser perseguidas en la tierra.
Corazones que, por amar sin engaño,
sean traspasados por la ingratitud o el
desprecio.
Manos que, por dar sin esperar,
permanezcan abiertas hacia lo divino.
¡No todo está perdido!
El Señor, aquí o allá, siempre estará a nuestro
lado.
Saldrá en las horas amargas a nuestro encuentro.
Nos dará vida cuando, aparentemente, estemos
desgastados.
Consuelo cuando, en nuestros afanes, nos
agarre el desconcierto.
Esperanza cuando, al sembrar, veamos que no hay
fruto alguno.
Ilusión cuando, al avanzar, el pesimismo
sea alforja de nuestro duro viaje.
¡No todo está perdido!
El Señor, hoy y siempre, en este Año de la
Misericordia
nos dice: ¡A TI TE LO DIGO, LEVÁNTATE!
De tu frialdad y cobardía, de tu tristeza y de
tu cerrazón
de tus caídas y de tus combates, de tus ideas y
debilidades
¡Levántate, hombre o mujer, niño o joven!
¡Levántate que, todo, no está perdido!
P. Javier Leoz
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