¡Queridos Hermanos y Hermanas!
Durante la oración del
Ángelus deseamos dirigir, juntamente con la Madre de Dios, nuestros corazones
hacia el Corazón de su Hijo Divino. Nos hablan profundamente las invocaciones
de estas espléndidas letanías, que rezamos o cantamos sobre todo en el mes de
junio. Que la Madre nos ayude a entender mejor los misterios del Corazón de su
Hijo.
2. "Horno
Ardiente de caridad". El horno arde. Al arder, quema todo lo
material, sea leña u otra sustancia fácilmente combustible. El Corazón de
Jesús, el Corazón humano de Jesús, quema con el amor que lo colma. Y este es el
amor al Eterno Padre y el amor a los hombres; a las hijas y los hijos
adoptivos. El horno, quemando, poco a poco se apaga. El Corazón de Jesús, en
cambio, es horno inextinguible. En esto se parece a la "zarza
ardiente" del libro del Éxodo, en la que Dios se reveló a Moisés. Era una
zarza que ardía con el fuego, pero... "no se consumía" (Ex
3,2).
El amor que arde en el Corazón de Jesús es sobre todo el
Espíritu Santo, en el que Dios-Hijo se une eternamente al Padre. El Corazón de Jesús, el
Corazón humano del Dios-Hombre, está abrazado por la "llama viva" del
Amor Trinitario, que jamás se extingue.
3. Corazón de Jesús, Horno Ardiente de
Caridad. El horno, mientras arde, ilumina las tinieblas de la noche y
calienta los cuerpos de los viandantes ateridos. Hoy queremos rogar a la Madre
del Verbo Eterno, para que en el horizonte de la vida de cada uno de nosotros
no cese nunca de arder el Corazón de Jesús, "Horno Ardiente de
caridad." Para que Él nos revele el Amor que no se extingue ni se
deteriora jamás, el Amor que es eterno. Para que ilumine las tinieblas de la
noche terrena y caliente los corazones.
4. Dándole las gracias
por el único amor capaz de transformar el mundo y la vida humana, nos dirigimos
con la Virgen Inmaculada, en el momento de la Anunciación, al Corazón Divino
que no cesa de ser "Horno Ardiente de Caridad".
Ardiente: como la "zarza" que Moisés vio al pie del monte Horeb.
Juan Pablo II
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