Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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lunes, 30 de mayo de 2016

Mensaje de Misericordia



20 Poco después me enfermé. La querida Madre Superiora me mandó de vacaciones junto con otras dos hermanas a Skolimów, muy cerquita de Varsovia. En aquel tiempo le pregunté a Jesús: ¿Por quién debo rezar todavía? Me contestó que la noche siguiente me haría conocer por quién debía rezar.

Vi al Ángel de la Guarda que me dijo seguirlo. En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas, sólo nosotros podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban, a mí no me tocaban. Mi Ángel de la Guarda no me abandonó ni por un solo momento. Pregunté a estas almas ¿cuál era su mayor tormento? Y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios. Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio. Las almas llaman a María “La Estrella del Mar”. Ella les trae alivio. Deseaba hablar más con ellas, sin embargo mi Ángel de la Guarda me hizo seña de salir. Salimos de esa cárcel de sufrimiento. [Oí una voz interior] que me dijo: Mi Misericordia no lo desea, pero mi justicia lo exige. A partir de aquel momento me uno más estrechamente a las almas sufrientes.

(del Diario de Santa Faustina Kowalska)

Comentario:

Ya dice Jesús en el Evangelio que serán bienaventurados los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. ¿Y qué mayor misericordia que compadecerse de las almas que están detenidas en el Purgatorio? Porque cualquier alma que sufra mucho en la tierra, en comparación con lo que sufre un alma en el Purgatorio, su sufrimiento es nada, pues en el Purgatorio se sufre terriblemente de manera tal que no podemos entender aquí en la tierra. Entonces seamos misericordiosos con las almas del Purgatorio, que ellas nos devolverán los favores que les hacemos y las tendremos como intercesoras ante Dios, y nos acompañarán en el juicio. ¡Cuántos bienes nos vendrán si rogamos y ofrecemos misas y acciones por las Benditas Almas! Seamos misericordiosos con ellas, si queremos que cuando nos toque el turno a nosotros, también sean misericordiosos son nosotros.

Jesús, en Vos confío.

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