“En Europa a menudo he podido asistir a discusiones por o en contra
del rezo del rosario. Es una contemplación, dicen unos. No, replican los otros,
es una alabanza, hay que pensar en lo que se dice. Eso es imposible. Repetir
cincuenta veces el avemaría sin perder el hilo.”
En medio de todo, yo
comprendí que el Rosario es una oración que se hace bajo el impulso del
Espíritu Santo. Si uno medita o no, si se distrae o se siente vacío, poco
importa. Basta que ame el Rosario y que no deje pasar un solo día sin rezarlo,
eso significa ser una persona de oración.
El Rosario es como el
eco de las olas que se rompen en la playa: Dios te salve María, Dios te salve
María…. Uno abandona el hilo de los pensamientos complicados, y sigue la
oración reconociendo su pequeñez, su fragilidad, su pobreza…
Generalmente, el
Rosario es la oración que atestigua de la madurez espiritual. Si alguien no
desea rezar el Rosario, porque le parece aburrido, no insista. Pero si
encuentra a un niño o a una persona mayor que le dice que le gusta mucho rezar
el Rosario, sin saber por qué, entonces, alégrese, pues en esos corazones el
Espíritu Santo reza.
Carlo Carretto
Ancien Président de la Jeunesse Catholique Italienne
(Maria Siegt, n° 10/73
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