Una vez un hombre vio un hermoso cuadro, que tenía un paisaje
maravilloso. Pero este cuadro tenía un secreto: se podía apreciar a la
distancia, pues cuando uno se acercaba no veía nada, sino solo manchas de
color. En cambio al alejarse, uno podía contemplar la belleza de esa pintura.
Así sucede también con nuestra vida, que muchas veces no entendemos
los porqués, justamente porque estamos metidos en nuestra vida, estamos muy
cerca del cuadro de nuestra vida, y no entendemos ni vemos la totalidad de las
cosas.
Pero llegará un día, cuando vayamos al Cielo, en que veremos desde
lejos y de otra perspectiva nuestra vida, y entonces entenderemos y contemplaremos
los caminos maravillosos por los que nos llevó Dios.
Entonces, ya que esto sucederá algún día, ¿por qué ya desde ahora
mismo no confiamos más en Dios, sabiendo que Él todo lo dispone en nuestra vida
para nuestro bien y porque nos ama?
Dios no nos pide que entendamos, sino que creamos, que confiemos en
Él. Es lo que no quiso hacer Eva, y se dejó guiar por la serpiente y conoció lo
que no debía haber conocido nunca.
Cuando estemos en el Paraíso podremos saber sin ningún peligro,
todos los misteriosos porqués. Pero aquí en la tierra solo confiemos en Dios y
tengamos bien en claro que hasta en las pruebas más duras, está el amor de Dios
detrás de ellas.
¡Bendito sea Dios!
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