La Iglesia, que
guarda, pregona y proclama tu Palabra.
La Eucaristía, que
me llena de Ti,
en la que creo,
ofrezco, te recibo y me nutre
con tu presencia
real y misteriosa.
Me llevan a ti, mi
Señor.
La oración que me
funde a Ti
y me hace sentir tu
compañía y tu protección.
La Gracia, que
desde el cielo,
me socorre cuando
estoy perdido,
me orienta cuando
me encuentro despistado,
me inspira, cuando
pido la palabra oportuna.
Me llevan a ti, mi
Señor.
La súplica de toda
la Iglesia.
La esperanza de los
que creen en Ti.
La alegría de los
que esperan en Ti.
Me llevan a ti, mi
Señor.
El esfuerzo y el
sacrificio
de tantos hombres y
mujeres,
consagrados a tu
Santo Nombre.
La mortificación y
el testimonio
de tantas personas
que, dejándolo todo,
tiran de la gran
camilla, que es el mundo,
para que, ese
mundo, se encuentre con Cristo.
Me llevan a ti, mi
Señor.
La comunidad
creyente, la parroquia,
el grupo, el
rosario meditado,
la contemplación de
tu Cuerpo y de tu Sangre,
la caridad y la fe,
la Palabra y el amor.
Me llevan a ti, mi
Señor.
El sacramento de la
reconciliación,
los sacerdotes, la
vida matrimonial,
la catequesis, el
silencio, la paz,
la entrega, la
generosidad y tu Espíritu.
¡Cuántas cosas, me
llevan a ti!
Haz que nunca me
olvide de pedir
la ayuda necesaria,
para que, nada ni
nadie,
me aparte de Ti,
Jesús.
Javier Leoz
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