REFLEXIÓN DEL DÍA
Pocos son los que saben que lo único realmente importante en esta
vida es salvar la propia alma. Pues efectivamente si perdemos el alma, si nos
perdemos para siempre en el abismo infernal, lo habremos perdido todo para
siempre. En cambio, si nos salvamos, seremos felices para toda la eternidad.
Por eso tantos santos se retiraron del mundo a hacer penitencia,
pues se pusieron a considerar la palabra “eternidad”, y lo que ella significa;
y entendieron que según fuera su vida en este mundo, les esperaría una
eternidad de dicha sin fin, o de horror sin límites.
Entonces es muy bueno que tengamos presente que lo que realmente
importa en este mundo es salvar el alma. Todo lo demás es cosa secundaria,
aunque parezcan problemas graves, pues todo quedará de este lado del sepulcro,
en cambio nuestra alma es sempiterna y existirá ya para siempre, en uno u otro
lugar: Cielo o Infierno.
Si miramos todas las cosas a la luz del más allá, sí que
entenderemos mejor las cosas que pasan en este mundo, porque ¿de qué sirve una
vida de placer aquí, si luego se pierde el cuerpo y el alma en el Infierno
eterno? Y ¿qué terrible puede ser una vida de dolor y sufrimiento en este
mundo, si pronto tendrá un final, y luego se volará al Cielo a gozar para
siempre de una Felicidad inenarrable?
Las cosas del mundo y de la vida cotidiana, adquieren una nueva
dimensión vistas a la luz del más allá, porque esta vida en la tierra es muy
fugaz. ¡Qué locura perder la eternidad de dicha, por gozar de un miserable y
carnal placer en este mundo!
Estamos a tiempo todavía de dar el valor justo a cada cosa: a
nuestra alma, la mayor atención, evitando el pecado y esforzándonos para
adelantar en la virtud, lo cual será una buena inversión para el futuro, para
cuando nos llegue la muerte y nos presentemos ante Jesucristo Juez en el juicio
particular, donde recibiremos nuestra retribución eterna.
¿Qué importa si en este mundo somos unos fracasados, o sufrimos
mucho, o vivimos en las desgracias, si después de esta corta vida nos espera la
alegría del Cielo?
¿Y de qué sirve que lo pasemos bien en este mundo si luego nos
tragará el abismo infernal?
Por ello tenemos que mirar todas las cosas a la luz del más allá, a
la luz de la fe, con los ojos de Dios, y entonces tendremos la sabiduría de los
santos.
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