"Mis queridos hermanos y hermanas: Junto a
vosotros está siempre Santa María, como estuvo al pie de la Cruz de Jesús.
Acudid a Ella exponiéndole vuestros dolores. La mano y la mirada maternales de
la Virgen os aliviará y consolará, como sólo Ella sabe hacerlo. Cuando recéis
el Santo Rosario, poned especial acento en aquella invocación de la letanía: "Salud de los enfermos, ruega por
nosotros". " (San Juan
Pablo II .Conclusión del Discurso a los enfermos. Catedral de Córdoba
(Argentina) . 8 de abril de 1987).
La Memoria de la Virgen
de los Dolores nos recuerda los dolores que sufrió la Madre de Jesús,
sobre todo el día de la Pasión y Muerte de su Hijo, dolores que fueron
profetizados por el anciano Simeón, cuando en el templo de Jerusalén dijo a
María que una espada le traspasaría el corazón.
La Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida (1302-1373) que
concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus
lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
1.Pondré paz en sus familias.
2.Serán iluminados en los Divinos Misterios.
3.Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
4.Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad
adorable de mi Hijo y a la santificación de sus almas.
5.Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y
protegeré en todos los instantes de su vida.
6.Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte: verán el rostro
de su Madre.
7.He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta
devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la
felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi
Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.
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