¿De no amarte cuando Tú, tanto me amas?
¿Qué sientes, Corazón de Jesús,
cuando el amor no es amado;
cuando el amor no es correspondido;
cuando el amor es rechazado;
cuando tanto amor divino es ridiculizado?
Corazón de Jesús:
Lleno de aquello que en el mundo no se tropieza.
Respuesta ante el interrogante que nunca el hombre se hace.
Mano que, en el surco de cada jornada,
se hace necesaria e imprescindible.
¡Dinos, Señor! ¿Qué se siente?
Cuando ofreces y el hombre mira hacia otro lado.
Cuando eres Rey, y nosotros nos apresuramos
a cabalgar y escapar en carrozas y cortejos reales,
que no van ni llegan a ninguna parte.
Cuando abres tu Corazón y,
ante el tesoro que él encierra,
preferimos la ceniza o la polilla,
a la que quedarán reducidos nuestros capitales.
¡Respóndenos, Corazón de Cristo!
¿Qué sientes cuando tanto regalo jamás es abierto?
¿A dónde miras cuando el hombre a Ti no mira?
¿Cómo haces para amar, ante tanta indiferencia?
¿En qué piensas, cuando nuestros pensamientos
son tan superficiales e interesados?
Sí, mi Señor:
¡Cómo he sido capaz!
¡Cómo somos capaces!
De no decirte “gracias” por tantos bienes.
De llenarme del agua de un pequeño estanque,
cuando Tú eres la fuente de un agua viva e inagotable.
De haberte ofrecido un amor superficial,
débil, inconstante, vacío, raquítico y frío.
Señor, ahora entiendo todo.
Sé que, ante Ti, jamás triunfará el odio ni la mentira.
Sé que, nuestras deslealtades y desamores,
jamás serán más grandes que tu fidelidad y promesas.
Sé que, tu corazón, sólo sabe hacer eso: amar.
Sé que, en tu corazón, vibra, se mueve, habita,
brota, emerge, triunfa, se desborda y se regala
el amor de Dios que viene de Ti, lleva a Ti y al Padre.
Amén.
P. Javier Leoz
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