Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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viernes, 25 de septiembre de 2015

Verdad consoladora.



Dios es bueno y nos ama

Una verdad muy consoladora para nosotros, es el saber y estar plenamente convencidos de que Dios nos ama, pero que nos ama infinitamente, pues no pocas veces, ante las desgracias que nos tocan vivir, o lo que vemos en el mundo, o en las vidas de los seres que amamos, nos parece que Dios no nos ama, o que al menos está desinteresado de nuestras cosas y problemas.

Sin embargo Dios está pendiente de nosotros y de todas sus criaturas, y ninguna lágrima de hombre cae, sin que Dios lo sepa y la compadezca.

Llegará el día, si no en la Tierra, sí en la eternidad, en que nos daremos cuenta de que era una gran verdad que Dios nos amaba infinitamente, porque veremos los admirables caminos por los que nos fue llevando su Providencia amorosa en este mundo.

Es que instintivamente cuando uno sufre, enseguida piensa que Dios lo castiga, que Dios no lo quiere, que está siendo abandonado por Dios. ¡Y qué pena causa eso al alma! El creerse desamado por Dios, es algo muy triste, y que lleva a la desesperanza, al desánimo.

Entonces hagamos el propósito, a partir de hoy mismo, de mirar todas las cosas con los ojos de la fe, con los ojos de Dios; y aunque las apariencias nos griten, con los hechos, que Dios no nos ama, no le prestemos oídos. ¿Qué habría sucedido si la Virgen, en la hora del Calvario, ante las tremendas apariencias, hubiera claudicado y dudado del amor de Dios Padre? También nosotros, aunque las apariencias sean terribles, tremendas, no dudemos que Dios nos ama. Al menos, no juzguemos a Dios, suspendamos el juicio, ya pasará el tiempo y veremos con claridad que todo era para bien.

Pero es necesario que, pase lo que pase, debemos estar convencidos de que Dios nos ama infinitamente, pues ésa es la gran verdad que nos debe consolar en todo tiempo y en cualquier circunstancia.

¡Bendito sea Dios!

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