Dios es bueno y nos ama
Una verdad muy consoladora para nosotros, es el
saber y estar plenamente convencidos de que Dios nos ama, pero que nos ama
infinitamente, pues no pocas veces, ante las desgracias que nos tocan vivir, o
lo que vemos en el mundo, o en las vidas de los seres que amamos, nos parece
que Dios no nos ama, o que al menos está desinteresado de nuestras cosas y
problemas.
Sin embargo Dios está pendiente de nosotros y de
todas sus criaturas, y ninguna lágrima de hombre cae, sin que Dios lo sepa y la
compadezca.
Llegará el día, si no en la Tierra, sí en la
eternidad, en que nos daremos cuenta de que era una gran verdad que Dios nos
amaba infinitamente, porque veremos los admirables caminos por los que nos fue
llevando su Providencia amorosa en este mundo.
Es que instintivamente cuando uno sufre, enseguida
piensa que Dios lo castiga, que Dios no lo quiere, que está siendo abandonado
por Dios. ¡Y qué pena causa eso al alma! El creerse desamado por Dios, es algo
muy triste, y que lleva a la desesperanza, al desánimo.
Entonces hagamos el propósito, a partir de hoy
mismo, de mirar todas las cosas con los ojos de la fe, con los ojos de Dios; y
aunque las apariencias nos griten, con los hechos, que Dios no nos ama, no le
prestemos oídos. ¿Qué habría sucedido si la Virgen, en la hora del Calvario,
ante las tremendas apariencias, hubiera claudicado y dudado del amor de Dios
Padre? También nosotros, aunque las apariencias sean terribles, tremendas, no
dudemos que Dios nos ama. Al menos, no juzguemos a Dios, suspendamos el juicio,
ya pasará el tiempo y veremos con claridad que todo era para bien.
Pero es necesario que, pase lo que pase, debemos
estar convencidos de que Dios nos ama infinitamente, pues ésa es la gran verdad
que nos debe consolar en todo tiempo y en cualquier circunstancia.
¡Bendito sea Dios!
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