Mensaje de confianza
El Verbo Encarnado, que se nos dio, posee un poder sin límites. Aparece en
el Evangelio como el supremo Señor de la tierra, de los demonios y de la vida
sobrenatural; todo está sometido a su dominio soberano.
(De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent)
(De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent)
Comentario:
A veces nos puede pasar que, nosotros, católicos, seamos superados
ampliamente por quien tiene una fe sencilla pero fuerte.
No es de extrañar que, incluso entre quienes no frecuentan los sacramentos
o la iglesia, tengamos algún buen ejemplo de fe intrépida, que cree firmemente
en el Señor, más de lo que creemos nosotros mismos.
Por algo el Señor nos ha mandado que no juzguemos a nadie, porque nosotros
los hombres no podemos ver el corazón y las intenciones de los prójimos, y lo
que nos parece oro, quizás sea barro; y lo que creemos lodo, tal vez sea
diamante.
No miremos si los demás tienen más o menos fe, más o menos confianza, sino
más bien nosotros tengamos más fe y confianza, haciendo el ejercicio de confiar
ciegamente en Dios, en Jesús, que todo lo puede.
Si pensáramos en ello, en que como Cristo ha dicho en su Evangelio: “Me ha
sido dado todo poder en el Cielo y en la Tierra”, no andaríamos titubeantes y
dudosos ante las cosas que nos suceden y lo que pasa en el mundo, sino que
confiaríamos firmemente en Dios, sabiendo que antes fallarán el cielo y la
tierra, pero no se podrá decir que Dios ha abandonado a uno que lo ama y confía
en Él.
Dios es todopoderoso, pero nosotros, con nuestra duda, desconfianza y
miedo, atamos el poder de Dios, y no le dejamos obrar en nosotros y a nuestro
alrededor.
Desatemos el poder de Dios confiando del todo en Él, y entonces veremos
cosas grandiosas en nuestras vidas, en las vidas de quienes amamos, y en todo
el mundo.
No es casualidad que las dos grandes devociones de estos últimos tiempos sea
la del Sagrado Corazón de Jesús, que tiene como máxima: “Sagrado Corazón de
Jesús, en Vos confío”; y la de la Divina Misericordia, que muestra la Imagen
del Salvador, con la firma: “Jesús, en Vos confío”.
El Cielo nos ha querido indicar con estas dos devociones que lo esencial
en estos tiempos es confiar en Dios, esperar contra toda esperanza, porque será
duramente puesta a prueba nuestra fe y confianza, y debemos saber esto para
reforzarlas cada vez más, de modo que seamos inconmovibles ante cualquier acontecimiento
del mundo o de nuestra vida.
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