Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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domingo, 13 de septiembre de 2015

El poder de Nuestro Señor.



Mensaje de confianza

El Verbo Encarnado, que se nos dio, posee un poder sin límites. Aparece en el Evangelio como el supremo Señor de la tierra, de los demonios y de la vida sobrenatural; todo está sometido a su dominio soberano.
(De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent)

Comentario:

A veces nos puede pasar que, nosotros, católicos, seamos superados ampliamente por quien tiene una fe sencilla pero fuerte.
No es de extrañar que, incluso entre quienes no frecuentan los sacramentos o la iglesia, tengamos algún buen ejemplo de fe intrépida, que cree firmemente en el Señor, más de lo que creemos nosotros mismos.
Por algo el Señor nos ha mandado que no juzguemos a nadie, porque nosotros los hombres no podemos ver el corazón y las intenciones de los prójimos, y lo que nos parece oro, quizás sea barro; y lo que creemos lodo, tal vez sea diamante.
No miremos si los demás tienen más o menos fe, más o menos confianza, sino más bien nosotros tengamos más fe y confianza, haciendo el ejercicio de confiar ciegamente en Dios, en Jesús, que todo lo puede.
Si pensáramos en ello, en que como Cristo ha dicho en su Evangelio: “Me ha sido dado todo poder en el Cielo y en la Tierra”, no andaríamos titubeantes y dudosos ante las cosas que nos suceden y lo que pasa en el mundo, sino que confiaríamos firmemente en Dios, sabiendo que antes fallarán el cielo y la tierra, pero no se podrá decir que Dios ha abandonado a uno que lo ama y confía en Él.
Dios es todopoderoso, pero nosotros, con nuestra duda, desconfianza y miedo, atamos el poder de Dios, y no le dejamos obrar en nosotros y a nuestro alrededor.
Desatemos el poder de Dios confiando del todo en Él, y entonces veremos cosas grandiosas en nuestras vidas, en las vidas de quienes amamos, y en todo el mundo.
No es casualidad que las dos grandes devociones de estos últimos tiempos sea la del Sagrado Corazón de Jesús, que tiene como máxima: “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”; y la de la Divina Misericordia, que muestra la Imagen del Salvador, con la firma: “Jesús, en Vos confío”.
El Cielo nos ha querido indicar con estas dos devociones que lo esencial en estos tiempos es confiar en Dios, esperar contra toda esperanza, porque será duramente puesta a prueba nuestra fe y confianza, y debemos saber esto para reforzarlas cada vez más, de modo que seamos inconmovibles ante cualquier acontecimiento del mundo o de nuestra vida.

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