Es fácil demoler una
casa, es más difícil construir una.
Es fácil concebir
planes, pero es difícil realizarlos.
Tus buenas intenciones
de nada sirven si no se dirigen a la acción.
Porque no puedes hacer
mucho, más vale que hagas un poco.
El miembro que no se
usa se atrofia.
El hombre que no
actúa, no sólo que no progresa, sino que retrocede; sólo puedes perfeccionarte
actuando.
Mira a los hombres a
tu alrededor: se agitan mucho, se gastan, hablan, reaccionan, se pelean y
finalmente se desaniman, pues el resultado es insignificante comparado con sus
esfuerzos.
No es la intensidad
del movimiento quien da eficacia a tu acción, sino el peso del Espíritu que,
gracias a tí, ella lleva consigo.
Algunos hombres con
poco tiempo, pocos gestos, poca acción, harán mucho; otros con más tiempo, más
gestos, más acción, harán muy poco.
La diferencia radica
en "el alma" de quienes actúan.
Cuánto más mires tu
acción y más reflexiones sobre ella, más "persona" humana te vuelves.
Si quieres actuar
seriamente, mira primero la realidad, humanamente, es prudencia; mide con
exactitud las necesidades, marca el punto preciso en el que has de insertarte, calcula
las fuerzas que has de emplear.
Cristianamente, es
evitar la ilusión: si preguntas a la realidad guíado por la fe, "Dios te
contestará" y a través de la vida concreta, te invitará a la acción.
En la fe someterse a
la realidad es someterse a Dios.
No puedes actuar recta
y cristianamente si primero no has visto y juzgado en la fe.
La acción debe llegar
a ser la puesta en marcha del designio del Padre, después de haberlo
descifrado, con una mirada fiel a la vida.
Quieres ser eficiente,
te impacientas por el pobre resultado de tu acción, sufres al comprobar todo el
trabajo que se te ofrece, oyes el llamado de tu ambiente y de toda la
humanidad... Si quieres dar a tu vida su máxima eficacia, cambia tu voluntad
limitada por la voluntad infinita de Dios. Él cambiará tus débiles fuerzas por
su Omnipotencia infinita; Dios hace grandes cosas con lo pequeño.
Tú limitas tu eficacia creyendo aún en tu poder.
Si desapareces,
Jesucristo podrá aparecer y perfeccionar el designio de Su Padre por ti.
Michel Quoist
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