Encierras en tu interior una fuerza que te impulsa a pensar mejor, a desear
o aspirar a cosas cada vez más altas, y a regocijarte de todo lo bueno que
sucede a tu derredor.
Una persona sensible y agradable como tú vive la existencia de tal manera que nada se le escapa. Tienes las antenas de tu bello cuerpo desarrolladas hasta el infinito. Gracias a ellas captas la belleza que hay incontenible en la obra de la creación.
Sientes ante esta belleza inconmensurable ansias de trascender hasta el mismo Creador. Es una sed preciosa, serena, apacible, humilde.
¿Sabes lo que significa humilde? Significa la persona que está abierta a las ricas bellezas que hay en la vida, que hay dentro de ti mismo; humilde es también la persona vacía de sí misma y totalmente abierta a los deseos y designios del Creador y de los demás.
Cuando dejas que en tu corazón florezca la flor de la humildad, notas en seguida que te sientes un ser que respira ancho y profundo por los anchos caminos de la perfección humana.
La humildad, lejos de apartarte de tu propia esencia de persona, lo que hace es crear en ti una nueva dimensión abierta incluso a aquello que tus ojos no ven ni palpan: la transparencia.
Me contaba hace unos días una madre con toda la entereza del mundo: “Mira, he perdido a mi hijo a los 14 años. En lugar de lamentos y hacer numeritos de lágrimas y de lloriqueos incontenibles, cuando le pregunté y la vi en misa, me comentó con toda humildad: ¡Qué alegría que Dios me haya concedido a mi hijo durante 14 años. Ahora se ha ido con él”.
Hace falta que pienses y medites estas palabras.
¡Vive hoy feliz!
Una persona sensible y agradable como tú vive la existencia de tal manera que nada se le escapa. Tienes las antenas de tu bello cuerpo desarrolladas hasta el infinito. Gracias a ellas captas la belleza que hay incontenible en la obra de la creación.
Sientes ante esta belleza inconmensurable ansias de trascender hasta el mismo Creador. Es una sed preciosa, serena, apacible, humilde.
¿Sabes lo que significa humilde? Significa la persona que está abierta a las ricas bellezas que hay en la vida, que hay dentro de ti mismo; humilde es también la persona vacía de sí misma y totalmente abierta a los deseos y designios del Creador y de los demás.
Cuando dejas que en tu corazón florezca la flor de la humildad, notas en seguida que te sientes un ser que respira ancho y profundo por los anchos caminos de la perfección humana.
La humildad, lejos de apartarte de tu propia esencia de persona, lo que hace es crear en ti una nueva dimensión abierta incluso a aquello que tus ojos no ven ni palpan: la transparencia.
Me contaba hace unos días una madre con toda la entereza del mundo: “Mira, he perdido a mi hijo a los 14 años. En lugar de lamentos y hacer numeritos de lágrimas y de lloriqueos incontenibles, cuando le pregunté y la vi en misa, me comentó con toda humildad: ¡Qué alegría que Dios me haya concedido a mi hijo durante 14 años. Ahora se ha ido con él”.
Hace falta que pienses y medites estas palabras.
¡Vive hoy feliz!
P. Felipe Santos Campaña SDB