Gracias,
Señor, por ese mundo
lleno de amor
que sale a nuestro paso
para llenar
el corazón con su belleza.
Gracias por
el pan que nos das
para aplacar
el hambre.
Por la risa
del niño que se vuelve caricia.
Por el mar y
la nube.
Por el don de sentir a plenitud la vida.
Por el don de sentir a plenitud la vida.
Gracias por
cada hora, aun cuando
no todas sean
iguales de buenas.
Gracias por
el valor de la mariposa
que enciende
sin conciencia de su milagro,
un pabilo de
ensueño.
Gracias,
Señor, por los espejos
maravillosos
del mirar de nuestros
padres y
nuestras mentes.
Por la
amistad que prolonga
ese sereno
privilegio de ser hermanos.
Gracias por
la lluvia fuerte, por la llovizna
bienhechora,
por haber puesto trinos
y alas en las
ramas.
Gracias por
cada gota de rocío
y por el arco
iris y por el árbol
que madruga
su júbilo en el fruto.
Gracias,
Señor, por el ayer
que se
prendió al recuerdo.
Por el hoy
que vivimos
y por el
mañana que nos espera
con sus
brazos repletos de misterio.
Gracias, a
través de mis labios,
desde mi
alma, en nombre de aquellos
que se
olvidaron de dártelas, en nombre
de los que
somos y los que seremos.
Gracias por
toda la eternidad.
Amén.
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