Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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domingo, 1 de julio de 2012

...y se recostó en Su Corazón

"Yo soy la luz del mundo" (Jn 8,12). Jesús es la luz. El Santísimo Sacramento es Jesús. Por lo tanto, el Santísimo Sacramento es la luz del mundo, la fuente donde debemos ir a beber. Los pensamientos negativos y depresivos no vienen de Él, sino del enemigo.

El amor es positivo, Dios es amor, Jesús es Dios...El Santísimo Sacramento es Amor. El Apóstol San Juan se vio a sí mismo como "el que Jesús amaba" y se recostó en Su Corazón. En la primera Eucaristía, Juan "se recostó sobre el pecho de Jesús" (Jn 13,23). Cuando nos recostamos sobre nosotros mismos, todo es error, inseguridad, temor. En Él hallamos el descanso, la dulzura, la paz necesaria para el alma.

Estar recostados sobre el Corazón de Cristo es vernos a nosotros mismos inmersos en la luz del Amor Eucarístico, acompañados siempre de la dulce presencia de nuestra Madre, la Virgen Santísima. Separados de su amor infinito, no somos nada, todo es oscuridad e inseguridad. Es la soberbia la que nos aleja de Dios, a veces sin darnos cuenta. La humildad, a ejemplo de María, nos muestra nuestro valor infinito en Jesucristo, redimidos por Él. Ni todo el oro y plata del mundo, ni miles de millones podrían comprar el valor y la dignidad del hombre a los ojos de Dios.

Somos Iglesia viva, joven, renovada. Podemos decir gozosamente: "Yo tengo una relación personal con Jesús, mi Salvador". ¿Quién puede decir algo parecido de entre los hijos de los hombres, si no reciben el Cuerpo y la Sangre del Señor? Reconozcamos siempre que el Santísimo Sacramento es Jesús en persona. Cuando al Papa Juan Pablo I , le preguntaban porque sonreía tanto, él contestó: " "Porque Jesús en el Santísimo Sacramento me ama mucho".

¡Qué sencillez, que toque de humildad y veracidad contenían aquellas palabras! Hoy podemos hacerlas latir de nuevo a través de nuestros labios. El Beato Juan Pablo II oraba dos horas santas diarias, y según un cardenal allegado a él, hacía por lo menos veinte visitas al Santísimo Sacramento cada día. ¿Por qué? Porque reconocía a Cristo "al partir el pan" (Lc 24, 30-31). Ahí está presente el Rey de la Gloria. En Él se abandonaba y gozaba de su presencia real.

El Corazón de Jesús palpitante en el Adorable Sacramento es una hoguera ardiente de caridad que no se consume nunca. Un manantial que posee tal plenitud que nunca se agota. ¿Tienes miedo, te sientes inseguro? ¿Necesitas respuestas? Ponte a los pies del Corazón de Jesús, realmente presente en el Santísimo Sacramento, y hallarás las respuestas, el consuelo, la paz que buscas.

Acerca tu oído a Su Corazón y olvídate de todos los problemas. Sólo recréate en el Amor personal que Cristo te tiene. Hazlo, porque quizás sin saberlo, estés buscando las respuestas en los lugares equivocados. Arroja tus pecados y miserias, con confianza, a la fuente inagotable de la Misericordia Divina en el Sacramento de la confesión, y pronto se realizará tu Pascua (paso) de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz.

Sólo Dios tiene las respuestas a nuestras vidas.
"De su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia" (Jn 1,16).

Dios nos siga bendiciendo

Alejandro María 


1 comentario:

  1. Es un hermoso texto, muy espiritual, yo acabo de escribir un texto sobre esperanza espero que lo lea.

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Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma

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