Yo no quiero amar a nadie más que a mi madre María.
Todos los otros amores son amores de mandamiento
Aunque sean necesarios, sólo mi madre
Podrá avivarlos en los corazones que lo acepten.
Por ella debo querer a mis enemigos,
Por ella he asumido este sacrificio,
La mansedumbre del corazón y el celo al servicio,
Ella me los ha permitido porque le rezaba.
Y como yo era frágil y todavía muy malo
Con las manos inútiles y los ojos cegados de caminos,
Ella me besó los ojos y me juntó las manos,
Me enseñó las palabras para adorar.
Por ella quise estas tristezas
Por ella he puesto mi corazón en las Cinco Llagas,
Y todos esos esfuerzos hacia la cruz y el suplicio
Porque le he rogado con ellos ha ceñido mi cintura.
Yo no quiero pensar más que en mi madre Maria
Recinto de sabiduría y fuente del perdón.
Madre de Francia, de quien esperamos
Inquebrantables el honor de la Patria.
María Inmaculada, el único amor,
Razón de la fe cordial y viva
¿Por amarte qué cosas buenas no haría
Amándote de este amor único, Puerta del cielo?
Paul-Marie Verlaine, poeta francés (1814-I896)
(Traducción de G.A. Henríquez, equipo MDN
(Traducción de G.A. Henríquez, equipo MDN
mariedenazareth.org
Imagen: http://seletlumieretv.org/blogue/non-classe
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