Hoy en el Evangelio Jesús nos vuelve a invitar a seguirle:
«Le siguieron muchos y los curó a todos» (Mt 12,15). Si le seguimos, cumpliendo
su voluntad, encontraremos remedio a nuestros problemas: 'Venid a mí todos los
que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso' (Mt 11,28).
También se nos muestra el valor de ese amor pacífico y manso: «No disputará ni
gritará» (Mt 12,19). Es un amor sincero, humilde, no es 'fanfarrón', no es
egoísta. Es amor de Dios.
Él sabe que estamos agobiados y cansados por el peso de nuestras debilidades (físicas, espirituales, de carácter, morales, tristezas, desengaños, luchas diarias). En lugar de mostrar 'Misericordia quiero, y no sacrificios', ¿Qué hicieron los judíos contra el Señor? 'Se confabularon contra Él para ver cómo eliminarle» (Mt 12,14).
Nosotros que sabemos que el discípulo no es más que el maestro (cf. Mt 10,24), hemos de ser conscientes de que también tendremos que 'padecer' por el Hijo del Hombre, incomprensión, rechazo y persecución, como en la actualidad está padeciendo Mons. Reig Plá, por poner un ejemplo concreto...¿Porqué? ¿Qué mal ha hecho? ¿Dónde está su crimen? Para el mundo, su crimen es decir 'sí' a Dios, decir 'sí' a la voluntad santísima de Dios. Y como la voluntad de Dios, no va de la mano con la del mundo, también muchos tratan de 'confabularse contra Él para ver como eliminarle' (Mt 12,14).
Todo ello indica que' tenemos que remar a contra corriente', sabiendo que el que timonea el barco es el Señor', pero somos nosotros los que hemos de dar la cara, enfrentar con valentía el ser 'católico' o por el contrario, negarlo. Más vale así, que no ser un 'católico mediocre', 'tibio', que se deja llevar al son del mundo. La valentía, junto con la humildad fueron las armas de los santos.
Comenzando por María, valiente al decir 'sí a Dios', sin pensar lo que venía después...Valientes los Apóstoles, después de su encuentro con el Resucitado. Hasta su sangre derramaron por defender la verdad del Evangelio. No se puede callar la voz de Dios, porque sino las mismas rocas hablarían. Y sentimos como si en este caso, Jesús nos dijera a cada uno: 'Dame tu carga, Yo me ocuparé; dame este peso que te agobia, que te hace doblegar, Yo lo cargaré, como hice un día con la cruz'.
Jesús nos invita a dejar nuestro peso, pero nos ofrece otro: su yugo, suave y ligero. Nos enseña que no podemos ir por el mundo sin 'cargar ninguna cruz'. Pero no una carga llena de materialidad y mundaneidad, sino suave y dulce, porque ha sido santificada por la mano del Señor.
Una vez, en misiones, vi a una niña que llevaba a su hermano menor, en la espalda (cargándolo). Le dije: Niña, ¿No eres muy pequeña para llevar tanto peso en tu espalda?. Y ella rápidamente me dijo: 'No me pesa, le quiero mucho porque es mi hermanito. Se llama Flavio'. Eso es amor. La carga del Señor, no sólo no cansa, sino que 'descarga' nuestras cargas.
Dios nos siga bendiciendo.
Él sabe que estamos agobiados y cansados por el peso de nuestras debilidades (físicas, espirituales, de carácter, morales, tristezas, desengaños, luchas diarias). En lugar de mostrar 'Misericordia quiero, y no sacrificios', ¿Qué hicieron los judíos contra el Señor? 'Se confabularon contra Él para ver cómo eliminarle» (Mt 12,14).
Nosotros que sabemos que el discípulo no es más que el maestro (cf. Mt 10,24), hemos de ser conscientes de que también tendremos que 'padecer' por el Hijo del Hombre, incomprensión, rechazo y persecución, como en la actualidad está padeciendo Mons. Reig Plá, por poner un ejemplo concreto...¿Porqué? ¿Qué mal ha hecho? ¿Dónde está su crimen? Para el mundo, su crimen es decir 'sí' a Dios, decir 'sí' a la voluntad santísima de Dios. Y como la voluntad de Dios, no va de la mano con la del mundo, también muchos tratan de 'confabularse contra Él para ver como eliminarle' (Mt 12,14).
Todo ello indica que' tenemos que remar a contra corriente', sabiendo que el que timonea el barco es el Señor', pero somos nosotros los que hemos de dar la cara, enfrentar con valentía el ser 'católico' o por el contrario, negarlo. Más vale así, que no ser un 'católico mediocre', 'tibio', que se deja llevar al son del mundo. La valentía, junto con la humildad fueron las armas de los santos.
Comenzando por María, valiente al decir 'sí a Dios', sin pensar lo que venía después...Valientes los Apóstoles, después de su encuentro con el Resucitado. Hasta su sangre derramaron por defender la verdad del Evangelio. No se puede callar la voz de Dios, porque sino las mismas rocas hablarían. Y sentimos como si en este caso, Jesús nos dijera a cada uno: 'Dame tu carga, Yo me ocuparé; dame este peso que te agobia, que te hace doblegar, Yo lo cargaré, como hice un día con la cruz'.
Jesús nos invita a dejar nuestro peso, pero nos ofrece otro: su yugo, suave y ligero. Nos enseña que no podemos ir por el mundo sin 'cargar ninguna cruz'. Pero no una carga llena de materialidad y mundaneidad, sino suave y dulce, porque ha sido santificada por la mano del Señor.
Una vez, en misiones, vi a una niña que llevaba a su hermano menor, en la espalda (cargándolo). Le dije: Niña, ¿No eres muy pequeña para llevar tanto peso en tu espalda?. Y ella rápidamente me dijo: 'No me pesa, le quiero mucho porque es mi hermanito. Se llama Flavio'. Eso es amor. La carga del Señor, no sólo no cansa, sino que 'descarga' nuestras cargas.
Dios nos siga bendiciendo.
Alejandro María
paso visitando su blog, bendiciones desde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
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