Revelaciones de la Divina Misericordia.
"Cuando te acercas a la confesión, a esta fuente de mi Misericordia, 'siempre fluye' sobre tu alma la Sangre y el Agua que brotó de mi Corazón y ennoblece tu alma. En el Tribunal de la Misericordia [El Sacramento de la Reconciliación] los milagros mas grandes toman lugar y se repiten incesantemente...Aquí la miseria del alma se encuentra con el Dios de Misericordia.
Venid con fe a los pies de mi representante...Yo mismo estoy esperándoles allí. Yo tan solo estoy escondido en el Sacerdote. Yo mismo actúo en tu alma...Haz tu confesión ante Mí.
La persona del Sacerdote es, para mí, solamente una pantalla. Nunca analices que clase de Sacerdote es el que Yo estoy usando; ábrele tu alma en la confesión como si lo hicieras conmigo, y Yo te llenaré con Mi Luz...
Ningún pecado, aunque sea un abismo de corrupción agotará mi Misericordia. Aunque el alma sea como un cadáver en plena putrefacción, y no tenga humanamente ningún remedio, ante Dios sí lo tiene.
Yo no puedo castigar al que confía en mi Misericordia. Castigo cuando se me obliga. Pero antes de venir como Juez el Día de la Justicia, Yo abro las puertas de mi Amor y concedo el tiempo de la Misericordia.
El milagro de la Divina Misericordia restaura esa alma en plenitud....Desde esta fuente de Misericordia las almas atraen gracias solamente con la vasija de la confianza. Si tu confianza es grande, mi generosidad no tendrá límites".
¿Qué decían los santos sobre el sacramento de la penitencia? Aquí tenemos lo que pensaban algunos de ellos:
Cuando vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos haciendo. Se podría decirque desclavamos a Nuestro Señor de la cruz. Algunos se suenan las narices mientras el sacerdote les da la absolución, otros repasan a ver si se han olvidado de decir algún pecado...Cuando el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la sangre del Buen Dios corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como era después del bautismo. Piensan que no tiene sentido recibir la absolución hoy, sabiendo que mañana cometerán nuevamente los mismos pecados. Pero Dios mismo olvida en ese momento los pecados de mañana, para darles su gracia hoy. Santo Cura de Ars.
El que confiesa sus pecados libremente obtiene el perdón del sacerdote por virtud de la gracia de Cristo." San Atanasio (295-373 d.C.).
Di prisa a confesarme, que siempre era muy amiga de confesarme a menudo. Santa Teresa de Jesús.
Hay que confesarse. La confesión es una obligación, un deber. Hay que estar en gracia de Dios. Hijos míos, moved por ahí a las gentes; Jesús ha sido tan bueno que nos ha dejado el sacramento de la confesión para darnos la paz del alma, para limpiarnos, para purificarnos, para sanarnos. Id con frecuencia. Cada ocho días, y a veces con más frecuencia, yo tengo que ir a confesarme. Agradecedle el perdón a Cristo, y llevad a vuestros niños. San Josemaría Escrivá.
"Este que tú dices, sólo Dios lo puede hacer. Bastante cierto: pero cuando lo hace a través de Sus sacerdotes es Su hacer de Su propio poder". San Pacián, Obispo de Barcelona (390 d.C.).
Cristo otorgó este (poder) a los apóstoles y de los Apóstoles ha sido transmitido al oficio de los sacerdotes. El poder de perdonar se extiende a todos los pecados: "Dios no hace distinción; Él prometió misericordia para todos y a Sus sacerdotes les otorgó la autoridad para perdonar sin ninguna excepción". San Ambrosio de Milán (340-396 d.C.).
Y para concluir, recitamos el Catecismo de la Iglesia Católica:
"Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones" (LG 11).
Todos necesitamos un 'signo', una 'señal' sensible y exterior, algo que nos 'asegure' que todos nuestros pecados y errores del pasado han sido perdonados de una vez y para siempre. Esto sólo sucede en la confesión: cuando recibimos la absolución, sabemos que el sacramento ha sido administrado, y como todo sacramento recibe la eficacia de Cristo. En este caso, el perdón de todos nuestros pecados, pues sólo Dios es capaz de perdonar todo y a todos.
Dios nos siga bendiciendo.
"Cuando te acercas a la confesión, a esta fuente de mi Misericordia, 'siempre fluye' sobre tu alma la Sangre y el Agua que brotó de mi Corazón y ennoblece tu alma. En el Tribunal de la Misericordia [El Sacramento de la Reconciliación] los milagros mas grandes toman lugar y se repiten incesantemente...Aquí la miseria del alma se encuentra con el Dios de Misericordia.
Venid con fe a los pies de mi representante...Yo mismo estoy esperándoles allí. Yo tan solo estoy escondido en el Sacerdote. Yo mismo actúo en tu alma...Haz tu confesión ante Mí.
La persona del Sacerdote es, para mí, solamente una pantalla. Nunca analices que clase de Sacerdote es el que Yo estoy usando; ábrele tu alma en la confesión como si lo hicieras conmigo, y Yo te llenaré con Mi Luz...
Ningún pecado, aunque sea un abismo de corrupción agotará mi Misericordia. Aunque el alma sea como un cadáver en plena putrefacción, y no tenga humanamente ningún remedio, ante Dios sí lo tiene.
Yo no puedo castigar al que confía en mi Misericordia. Castigo cuando se me obliga. Pero antes de venir como Juez el Día de la Justicia, Yo abro las puertas de mi Amor y concedo el tiempo de la Misericordia.
El milagro de la Divina Misericordia restaura esa alma en plenitud....Desde esta fuente de Misericordia las almas atraen gracias solamente con la vasija de la confianza. Si tu confianza es grande, mi generosidad no tendrá límites".
¿Qué decían los santos sobre el sacramento de la penitencia? Aquí tenemos lo que pensaban algunos de ellos:
Cuando vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos haciendo. Se podría decirque desclavamos a Nuestro Señor de la cruz. Algunos se suenan las narices mientras el sacerdote les da la absolución, otros repasan a ver si se han olvidado de decir algún pecado...Cuando el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la sangre del Buen Dios corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como era después del bautismo. Piensan que no tiene sentido recibir la absolución hoy, sabiendo que mañana cometerán nuevamente los mismos pecados. Pero Dios mismo olvida en ese momento los pecados de mañana, para darles su gracia hoy. Santo Cura de Ars.
El que confiesa sus pecados libremente obtiene el perdón del sacerdote por virtud de la gracia de Cristo." San Atanasio (295-373 d.C.).
Di prisa a confesarme, que siempre era muy amiga de confesarme a menudo. Santa Teresa de Jesús.
Hay que confesarse. La confesión es una obligación, un deber. Hay que estar en gracia de Dios. Hijos míos, moved por ahí a las gentes; Jesús ha sido tan bueno que nos ha dejado el sacramento de la confesión para darnos la paz del alma, para limpiarnos, para purificarnos, para sanarnos. Id con frecuencia. Cada ocho días, y a veces con más frecuencia, yo tengo que ir a confesarme. Agradecedle el perdón a Cristo, y llevad a vuestros niños. San Josemaría Escrivá.
"Este que tú dices, sólo Dios lo puede hacer. Bastante cierto: pero cuando lo hace a través de Sus sacerdotes es Su hacer de Su propio poder". San Pacián, Obispo de Barcelona (390 d.C.).
Cristo otorgó este (poder) a los apóstoles y de los Apóstoles ha sido transmitido al oficio de los sacerdotes. El poder de perdonar se extiende a todos los pecados: "Dios no hace distinción; Él prometió misericordia para todos y a Sus sacerdotes les otorgó la autoridad para perdonar sin ninguna excepción". San Ambrosio de Milán (340-396 d.C.).
Y para concluir, recitamos el Catecismo de la Iglesia Católica:
"Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones" (LG 11).
Todos necesitamos un 'signo', una 'señal' sensible y exterior, algo que nos 'asegure' que todos nuestros pecados y errores del pasado han sido perdonados de una vez y para siempre. Esto sólo sucede en la confesión: cuando recibimos la absolución, sabemos que el sacramento ha sido administrado, y como todo sacramento recibe la eficacia de Cristo. En este caso, el perdón de todos nuestros pecados, pues sólo Dios es capaz de perdonar todo y a todos.
Dios nos siga bendiciendo.
de Alejandro María
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