Si por la puerta de mi vida entra el sufrimiento,
la prueba que intenta debilitarme,
la contradicción que me desestabiliza,
la sin razón que intenta doblegarme.
Que yo no te rechace, Señor.
Que sepa aceptar todo lo que Tú me propones,
el amor, y no sólo acoja mis amores,
tu caridad, y no sólo regale mis detalles a
cuentagotas,
tu perdón, y no sólo venda mi escasa comprensión.
Que yo no te rechace, Señor.
Tu Palabra, y no sólo escuche las que me convienen.
Tu cruz, y no sólo la lleve a pequeños trozos.
Tu Verdad, y no sólo defienda la mía.
Que yo no te rechace, Señor.
Ante la indiferencia, yo proclame tu presencia.
Ante el vacío, yo lleve el contenido de tu Gracia.
Ante el absurdo, yo siembre el horizonte de tu cielo.
Ante la confusión, anuncie la clave de tu reinado.
Que yo no te rechace, Señor.
Que no me conforme con decir que Tú eres el Hijo de
Dios,
que lo sepa e intente vivir en propias carnes.
Que no vea camino fácil el escuchar tu evangelio,
que lo sepa gritar por los cuatro senderos de mi
existencia.
Que no confunda mi altruismo con tu amor,
tu alegría con mi sonrisa, tu entrega con mi
dedicación,
tu corazón con mis impulsos, tu oración con mi corta
piedad.
Que yo no te rechace, Señor.
P. Javier Leoz
celebrandolavida.org
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