«Sobrellevaos mutuamente con amor» (Ef 4,2). Es la misma ley de Cristo. Cuando percibo que mi hermano tiene algo incorregible, a causa de dificultades o enfermedades físicas o morales ¿por qué no soportarle con paciencia, por qué no consolarle de todo corazón, tal como dice la Escritura: «Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán» (Is 66,12)? ¿Será porque me falta aquella caridad que lo soporta todo, que es paciente para aguantarlo todo, indulgente para amar? (cf 1Co 13,7). Sea como sea esta es la ley de Cristo que en su Pasión «ha llevado nuestros sufrimientos» y según su misericordia «ha cargado con nuestros dolores» (Is 53,4), amando a los que soportaba, soportando a los que amaba.
Por el contrario, aquél que se muestra agresivo frente a su hermano que se encuentra con alguna dificultad, aquél que tiende una trampa a su debilidad, sea la que sea, manifiestamente se somete a la ley del diablo y la cumple. Seamos, pues, mutuamente compasivos y llenos de amor fraterno, soportemos las debilidades y persigamos los vicios... cualquier forma de vida que nos permita percatarnos muy sinceramente del amor a Dios y, por él, al amor del prójimo –sea cual sea el hábito y las observancias- es muy agradable a Dios.
Isaac de Stella (¿-c. 1171)
monje cisterciense
Sermón 31 : PL 194, 1792-1793.evangelizo.org
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