En la calle du Bac de París, tuvieron lugar tres apariciones de la Virgen María a sor Catalina Labouré (1806-1876), de julio a diciembre de 1830. La apariciones tuvieron lugar en la capilla de las hermanas de su comunidad, capilla que luego tomó el nombre de Capilla de la Medalla Milagrosa.
Veamos un detalle de la visión del 27 de noviembre de 1830:
Estamos en vísperas del Primer Domingo de Adviento, es decir, en el umbral del Año Litúrgico a través del cual el cristiano se une a Cristo en todos sus misterios.
Catalina nota que María lleva quince anillos en cada mano (tres en cada dedo) resplandecientes y adornados con magníficas gemas, algunas de las cuales tienen poco o ningún brillo:
«Es el símbolo de las gracias que derramo sobre quienes me lo piden y las gemas de las que no salen rayos, son las gracias que la gente olvida pedirme», le explica la Santísima Virgen.
María nos obtiene de Dios todas estas gracias simbolizadas por los rayos de luz que irradian de sus manos abiertas, con la única condición de que nos atrevamos a pedirlas, con la confianza, la audacia y la sencillez de un niño. Así es como Ella nos conduce a su divino Hijo.
La aparición no pide explícitamente el Rosario; pero el número de anillos, tres en cada dedo, evoca sin duda los quince misterios del Rosario. De hecho, en el pasado, el Rosario solo incluía 15 misterios y a menudo se rezaba sirviéndose de un decenario, un anillo cubierto con diez cuentas para contar las Avemarías.
Este detalle de la aparición sería, por tanto, una indicación sutil, un poco secreta, de que la mejor manera de pedir gracias es rezar el Rosario, es decir, contemplar la vida de Cristo con María, hacer nuestras peticiones a Cristo con María, dejarnos transfigurar por Cristo y anunciar a Cristo con María.
Françoise Breynaert: Enciclopedia Mariana
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