Aquellos rencores que experimento como nudos que no me dejan perdonar.
Desata mis sinsentidos, aquellos que me hacen perder la esperanza.
Desata mis faltas de amor, mi tibieza diaria en confiar más en Dios y en su poder.
Desata mi lengua para que sea más amable y más agradecido, dejando de lado la constante crítica y ganas de juzgar mal.
Desata, Madre mía, los nudos que me impiden ser plenamente vivir el día a a día.
Desata aquellas situaciones tan difíciles de malos entendidos y problemas en mi familia.
Desata Madre, el nudo que me vuelve amargado y triste.
Desata todos los nudos que desde tu mirada tiernísima de Madre ves, y yo no los percibo.
Desata mi corazón de Hijo para que a partir de hoy viva con esperanza irradiando la luz preciosa que brota de las almas que se confian a Dios Providente y a tu maternal cuidado.
Amén.
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