El 14 de noviembre de 1921, Luciano Pérez, empleado de la secretaría de la presidencia mexicana, colocó al pie de la torre central de la Basílica de México, bajo la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, una corona de flores que contenía dinamita.
Unos minutos después de su salida, se produjo una violenta explosión. La violencia de esta destruyó las escaleras de mármol del edificio central. Un pesado crucifijo de latón que estaba sobre el altar fue arrojado con tanta fuerza que se dobló: se conserva tal cual en la basílica. Las vidrieras de la parte central de la basílica volaron en pedazos, al igual que los vidrios de las casas circundantes.
Sin embargo, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó intacta, a pesar de que el epicentro de la explosión había estado a sus pies: ¡ni siquiera el marco ni el vidrio protector resultaron dañados!
El santuario mariano de Nuestra Señora de Guadalupe data del siglo XVI. En 1531 la Virgen María fue mostrada por primera vez por un indígena mexicano, llamado Juan Diego*. Seis años después de las apariciones de 1531, ¡ya había 9 millones de conversos entre los nativos!
Los prodigiosos signos dejados por la Virgen de Guadalupe son parte de la importancia del lugar: la conservación de la "tilma"** de Juan Diego, las rosas que él cortó en invierno, el significado de los símbolos, las imágenes en los ojos, los aspectos milagrosos y absolutamente irreproducibles de la imagen que no contiene ningún pigmento desafían a la ciencia aún hoy...
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* Enciclopedia Mariana Y www.notrehistoireavecmarie.com
** La tilma es el manto que llevaba Juan Diego
martes, 14 de noviembre de 2023
La bomba no pudo destruir la imagen de María
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