Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte.
Nos dice el evangelio de Lucas que “Jesús vivía sometido a sus padres”.
La obediencia que le llevó a la Cruz fue ejercida en perfección atendiendo a las indicaciones de sus padres en Nazaret.
Nos estremece pensar que el “hágase” de Getsemaní lo había pronunciado tantas veces secundando los mandatos de José.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre!
Amén.
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