"Señora mía, siendo tu oficio el de mediadora entre los pecadores y Dios, “ea, pues, abogada nuestra”, cumple también ese oficio conmigo.
No me digas que mi causa es muy difícil de ganar; pues yo sé, como me dicen todos, que toda causa por desesperada que sea, si la defiendes tú, jamás se pierde".
San Alfonso María de Ligorio
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