"Benditas manos que acarician, ojos que tocan el corazón, dedos que transmiten nuevas sensaciones, en pieles arrugadas o derrochando vida, porque las caricias curan, regeneran, alivian, calman, relajan.
Bendito sentido que nos hace vibrar el corazón al contacto de la piel de esas personas que se acercan, que te acarician, que te miran y demuestran sus sentimientos con las sutiles sensaciones que todo lo envuelven y lo transforman.
Porque las caricias rompen barreras y cadenas. Dan fuerza, expresan dolor o alegría, dan paz. Consiguen calentar el corazón helado, o restañar el corazón roto, abatido, y lo elevan. Consiguen cambiar el corazón de piedra en uno de carne y lo restauran.
Hermana Mª Jesús Diez, RP.
MISLopez
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