Amor mutuo: Verdaderamente “en nadie como en José y María jamás se ha visto ni se verá, ni hubo esposa tan amorosa como María, porque el amor se mide por la gracia, y la gracia suya era como infinita; ni hubo esposo tan tierno como José, porque además de ser él tan peregrino en santidad, era ante sus ojos la esposa la mujer más bella que Dios formó, la más dulce, la más cariñosa, la más santa, la más gloriosa y divina de todas las mujeres: era la Madre de Dios. Uniendo los dos corazones estaba Jesús, que sin cesar les despedía llamas de más y más amor. Amaba María a José por lo que en sí era y valía y por los beneficios que a ella y al Niño les hacía: a ella librándola de la infamia ante el pueblo que ignoraba su maternidad divina, y a los dos acompañándolos, protegiéndolos y ganándoles el pan de cada día”.
Bonifacio Llamera O.P,
Transcrito por José Gálvez Krüger
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