Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

sábado, 30 de enero de 2021

Día tu rosario, dice Dios...

 


Di tu rosario, dice Dios,

y no te preocupes por lo que dijo ese estúpido:

que es una devoción pasada y que nos daremos por vencidos.


Esta oración te digo

es un rayo del Evangelio:

No seré cambiado.


Lo que me gusta del rosario, dice Dios,

es que es sencillo y que es humilde.


Como era mi Hijo.

Como era mi Madre.


Di tu rosario: encontrarás a tu lado

toda la compañía reunida en el Evangelio:

la pobre viuda que no estudió

y el publicano arrepentido que ya no conoce su catecismo,

el pecador asustado que nos gustaría abrumar,

y todos los lisiados que su fe ha salvado,

y los buenos pastores, como los de Belén,

que descubren a mi Hijo y a su Madre ...

Di tu rosario, dice Dios,

tu oración debe girar, girar y volver,

como lo hacen las cuentas del rosario entre tus dedos.


Así que cuando quiera te lo aseguro

recibirás la comida adecuada,

que fortalece el corazón y tranquiliza el alma.


Vamos, dijo Dios, recita tu rosario

y mantén tu mente en paz.


Charles Péguy (1873-1914)


Poeta y escritor francés


Descubra más en mariedenazareth.com

REPETID EL NOMBRE DE MARÍA!

 En Reischersperg vivía Arnoldo, canónigo regular muy devoto de la santísima Virgen. Estando para morir recibió los santos sacramentos y rogó a los religiosos que no le abandonasen en aquel trance. 

Apenas había dicho esto, a la vista de todos comenzó a temblar, se turbó su mirada y se cubrió de frío sudor,

comenzando a decir con voz entrecortada: “¿No veis esos demonios que me quieren arrastrar a los infiernos?” 

Y después gritó: “Hermanos, invocad para mí la

ayuda de María; en ella confío que me dará la victoria”. 

Al oír esto empezaron a rezar las letanías de la Virgen, al decir: Santa María, ruega por él, dijo el moribundo:

“Repetid, repetid el nombre de María, que siento como si estuviera ante el tribunal de Dios”. 

Calló un breve tiempo y luego exclamó: 

“Es cierto que lo hice, pero luego

también hice penitencia”. 

Y volviéndose a la Virgen le suplicó: “Oh María, yo me

salvaré si tú me ayudas”.

Enseguida los demonios le dieron un nuevo asalto, pero él se defendía haciendo la señal de la cruz con un crucifijo e invocando a María. Así pasó toda aquella noche. 

Por fin, llegada la mañana, ya del todo sereno, Arnoldo exclamó:

“María, mi Señora y mi refugio, me ha conseguido el perdón y la salvación”. Y mirando a la Virgen que le invitaba a seguirlo, le dijo: “Ya voy, Señora, ya voy”. 

Y haciendo un esfuerzo para incorporarse, no pudiendo seguirla con el cuerpo, suspirando dulcemente la siguió con el alma, como esperamos a la gloria bienaventurada.

(Las Glorias de María, san Alfonso Mª de Ligorio)

viernes, 29 de enero de 2021

ACTO DE CONSAGRACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Como cada 29 del mes, nos consagramos a San Miguel Arcángel 


¡Oh, gran príncipe de los cielos, fiel defensor de la Iglesia, San Miguel Arcángel, yo, aunque indigno de comparecer ante ti, pero confiando en tu bondad propia y especial, vengo ante ti, en compañía de mi ángel de la guarda y en presencia de todos los ángeles del cielo por testigo de que yo tomo mi devoción hacia ti, te elijo hoy como mi protector y abogado particular y tengo la intención de honrarla firmemente como pueda.

Asísteme a lo largo de mi vida para nunca ofender a Dios ni de palabra, ni en los pensamientos. Defiéndeme contra todas las tentaciones del diablo, especialmente en relación con la fe y la pureza, y en la hora de la muerte de inculcar la paz a mi alma e introducirla a la patria eterna.

Amén

jueves, 28 de enero de 2021

HOY EL RETO DEL AMOR ES PREDICAR... ¡SIN PALABRAS!

Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

ATACANDO A UN SANTO

¡¡Hoy es la fiesta de santo Tomás de Aquino!! Hace poco, leyendo una biografía sobre él, me enteré de una anécdota que me impresionó un montón.

Resulta que, cuando Tomás dijo que quería entrar de dominico, en su casa la noticia sentó fatal. Sus motivos tenían: la Orden de Predicadores llevaba solo unos años en marcha, “y Dios sabe cómo acabarán esas innovaciones”.

Se tomaron muy en serio quitarle la idea de la cabeza. Probaron con mil artimañas, pero la que yo no conocía es la siguiente:

Tomás estaba encerrado. Su madre llamó a una de sus hijas (la que era la hermana predilecta de nuestro santo) y le mandó que fuese a hablar con el joven para hacerle ver que aquello era una locura.

Y allá que fue la muchacha, dispuesta a cumplir las órdenes. Los dos hermanos estuvieron hablando mucho tiempo, mientras la señora de Aquino aguardaba impaciente. Por fin vio salir a su hija...

-¿Qué tal ha ido?

-Extraordinario -respondió la joven, con una sonrisa.

-¿Le has convencido? -preguntó la madre, ansiosa.

-No.

-¿¿No?? ¿Y entonces qué ha sido tan extraordinario?

-Mamá, es que... hablando con Tomás, lo he visto claro: quiero ser monja.

Desde luego que era muy peligroso entrar a debates con el que iba a ser el gran teólogo de la Iglesia...

¡Y creo que ahí está la clave! Para Tomás, Jesucristo no era un montón de ideas o conceptos: era una Persona viva, alguien a quien se puede conocer, con quien se puede tratar... alguien a quien se puede amar.

Lo que vio la hermana de Tomás fue un corazón enamorado del Señor. Y supo que no podría encontrar un amor como ese en otro lugar. No fueron las palabras de Tomás lo que la cambiaron. Fue su corazón.

Al hacerse uno de nosotros, Cristo comenzó a amar como hombre, con sentimientos, con afecto, ¡como tú y como yo! Y su amor es para siempre. Infinito. Incondicional. Eterno.

El suyo es un amor real capaz de transformarte. Y, si el fuego de Su amor enciende tu interior, ¡iluminará a los que tienes a tu lado! Porque todo el mundo nota cuando está junto a una persona que se siente amada tal y como es... ¡y amada hasta el extremo!

Hoy el reto del amor es predicar... ¡sin palabras! Te invito a que, en tu oración, le pidas al Señor creer que ese amor tan inmenso que tiene en Su corazón, es para ti. Descubre lo valioso que eres para él, ¡y disfruta del día! Con Cristo a tu lado, luce tu mejor sonrisa o haz un favor. Recuerda que las palabras pueden convencer... ¡pero el ejemplo arrastra! ¡Feliz día!

VIVE DE CRISTO 

Padre Sergio



miércoles, 27 de enero de 2021

Miércoles de San José


"Cada familia cristiana dedicada al trabajo puede reflejar fielmente el ejemplo y la imagen de la Sagrada Familia de Nazaret, en la cual la constante laboriosidad, incluso a través de la brevedad de la vida, fue cumplida con el más ardiente amor a Dios y con la generosa adaptación a sus amables designios.

¡Cuánta luz proyecta sobre esta verdad el ejemplo de Nazaret, donde el trabajo fue aceptado gustosamente como manifestación de la voluntad divina! ¡Y qué grandeza adquiere la figura silenciosa y oculta de San José por el espíritu con que cumplió la misión que le fue confiada por Dios. Pues la verdadera dignidad del hombre no se mide por el oropel de los resultados llamativos, sino por las disposiciones interiores de orden y de buena voluntad."

Juan XXIII, 1 de mayo de 1960.

Cuadro: Raúl Berzosa.

MISLopez

martes, 26 de enero de 2021

HOY EL RETO DEL AMOR ES ENFRENTARTE CON EL CAJÓN DESASTRE

Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

CUANDO LA TIERRA ERA CAOS...

Ayer era lunes y, cuando llegué a mi sitio de trabajo, me di cuenta de que yo ya no cabía. Las piernas no me entraban debajo de la mesa. Pero esto tiene una explicación...

Es que, cuando trabajo, voy rápida y, claro, las cosas que me van sobrando... pues las voy metiendo en una caja debajo de la mesa: que si unos sobres, que si aquellas chapas, que si estas cruces o los tickets...

Y, claro, lo que comenzó con una cajita, se había convertido en seis cajas. Todo así, “de poquito a poquito”, pero que se había convertido en un gran “cajón desastre”.

Así que de ayer no pasaba: no podía volver a comenzar el trabajo de la semana sin antes ordenar ese hueco. Y, poco a poco, cosa a cosa, fui devolviendo todo a su lugar. ¡Cuánta paz! Al fin, mi hueco parecía nuevo, estaba comodísima y con ganas renovadas de empezar la semana.

Y es que cuántas veces se nos llena el “cajón desastre” de nuestro interior. Poco a poco vamos guardando cosas: que si un pequeño rencor, que si aquella incomprensión o aquella mala contestación... Que visto así no se nota mucho, pero todo ello se va acumulando en nuestro corazón y, cuando ya nos sentimos incómodos y la inquietud nos quita la Paz, es el momento de parar y abrir ese cajón desastre.

El Señor no se asusta de nosotros, nos conoce bien y sabe todo lo que llevamos en nuestro corazón, pero Él desea que seamos libres, por ello no entrará a ordenarlo a no ser que nosotros le demos paso, que paremos con Él y comencemos a entregarle cada una de esas cosas que nos quitan la Paz. En Sus manos todo se vuelve a ordenar; confiando en Él, podemos volver a amar, porque el corazón se libera y, al experimentar Su Amor, volvemos a sentirnos a gusto con nosotros mismos y listos para apostar por el amor.

Hoy el reto del amor es enfrentarte con el cajón desastre. Realmente solo necesitamos ir a Él, contarle todo lo que nos surja, y dejar que vaya ordenando cada cosa en su lugar.

VIVE DE CRISTO


Padre Sergio

SI SUPIERAN CÓMO LAS ESPERO!

 


“Amor busco, amo a las almas y deseo ser correspondido.  Por eso Mi Corazón está herido, porque encuentro frialdad en vez de amor.  Yo soy todo Amor y no deseo más que amor.  ¡Ah!  Si las almas supieran cómo las espero, lleno de misericordia!  Soy el Amor de los amores…  Tengo sed de que las almas se salven…  ¡Que las almas vengan a Mí!...  ¡Que las almas no tengan miedo de Mí!...  ¡Qué las almas tengan confianza en Mí!

“Mi Corazón encuentra consuelo perdonando. No tengo más deseo que perdonar, ni mayor alegría que perdonar. Cuando, después de una caída, un alma vuelve a Mí, es tan grande el consuelo que me da, que casi resulta para ella un beneficio, porque la miro con particular amor”.

(Palabras de Jesús a Josefa Menéndez en el convento de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús en Les Feuillants, en Poitiers, Francia, entre 1920 y 1923)


Padre Sergio

lunes, 25 de enero de 2021

REZAD POR ELLAS



El Ángel me mostró el Purgatorio en una visión

muy rápida y muy densa...volvió a hablar:

"¿Como podéis permanecer insensibles

ante tanto sufrimiento de amor?

Estáis en la tierra, pero participáis

en la comunión de los Santos;

¿es que no tenéis la posibilidad de recurrir

a la intercesión de los bienaventurados,

y muy especialmente a la de la Madre de Dios?

¿Dejan ellos de orar por vosotros un solo instante

obteniéndoos gracias y luces?

Pues bien, las Almas del Purgatorio

necesitan también intercesores,

y los encuentran tanto en vosotros

como en el cielo.

Rezad por ellas, necesitan vuestros sufragios,

y esperan de vosotros fidelidad y agradecimiento.

Dios lo quiere así, porque vuestras oraciones

por estas benditas almas son un acto de caridad,

un testimonio de amor, que os hace progresar

en esta virtud de la fe,

que ensancha los horizontes de vuestra caridad

y profundiza en vuestra fe,

que enriquece y consolida vuestra esperanza.

Todo eso glorifica a Dios y consuela

a las Almas del Purgatorio."

El Purgatorio, una revelación particular)

domingo, 24 de enero de 2021

Benditas manos que acarician...

 


"Benditas manos que acarician, ojos que tocan el corazón, dedos que transmiten nuevas sensaciones, en pieles arrugadas o derrochando vida, porque las caricias curan, regeneran, alivian, calman, relajan.

Bendito sentido que nos hace vibrar el corazón al contacto de la piel de esas personas que se acercan, que te acarician, que te miran y demuestran sus sentimientos con las sutiles sensaciones que todo lo envuelven y lo transforman.

Porque las caricias rompen barreras y cadenas. Dan  fuerza, expresan dolor o alegría, dan paz. Consiguen calentar  el corazón helado, o restañar el corazón roto, abatido, y lo elevan. Consiguen cambiar el corazón de piedra en uno de carne y lo restauran.

Hermana Mª Jesús Diez, RP.

MISLopez

sábado, 23 de enero de 2021

Fiesta de los desposorios de la Ssma. Virgen con el Glorioso San José.


 

Desposorio de la Virgen María con San José XXV según las Visiones de la  Beata Ana Catalina Emmerick.


María vivía entre tanto en el Templo con otras muchas jóvenes bajo la custodia de las piadosas matronas, ocupadas en bordar, en tejer y en labores para las colgaduras del Templo y las vestiduras sacerdotales. También limpiaban las vestiduras y otros objetos destinados al culto divino. 

Cuando llegaban a la mayoría de edad, se las casaba. Sus padres las habían entregado totalmente a Dios y entre los israelitas más piadosos existía el presentimiento que de uno de esos matrimonios se produciría el advenimiento del Mesías.

Cuando María tenía catorce años y debía salir pronto del Templo para casarse, junto con otras siete jóvenes, vi a Santa Ana visitarla en el Templo. Al anunciar a María que debía abandonar el Templo para casarse, la vi profundamente conmovida, declarando al sacerdote que no deseaba abandonar el Templo, pues se había consagrado sólo a Dios y no tenía inclinación por el matrimonio. A todo esto le fue respondido que debía aceptar algún esposo. La vi luego en su oratorio, rezando a Dios con mucho fervor. 

Recuerdo que, teniendo mucha sed, bajó con su pequeño cántaro para recoger agua de una fuente o depósito, y que allí, sin aparición visible, escuchó una voz que la consoló, haciéndole saber al mismo tiempo, que era necesario aceptar ese casamiento. Aquello no era la Anunciación, que me fue dado ver más tarde en Nazaret. Creí, sin embargo, haber visto esta vez, la aparición de un ángel. En mi juventud confundí a veces este hecho con la Anunciación, creyendo que había tenido lugar en el Templo.

Vi a un sacerdote muy anciano, que no podía caminar: debía ser el Sumo Pontífice. Fue llevado por otros sacerdotes hasta el Santo de los Santos y mientras encendía un sacrificio de incienso, leía las oraciones en un rollo de pergamino colocado sobre una especie de atril. Hallándose arrebatado en éxtasis tuvo una aparición y su dedo fue llevado sobre el pergamino al siguiente pasaje de Isaías: "Un retoño saldrá de la raíz de Jessé y una flor ascenderá de esa raíz". Cuando el anciano volvió en sí, leyó este pasaje y tuvo conocimiento de algo al respecto. 

Luego se enviaron mensajeros a todas las regiones del país convocando al Templo a todos los hombres de la raza de David que no estaban casados. Cuando varios de ellos se encontraron reunidos en el Templo, en traje de fiesta, les fue presentada María. Entre ellos vi a un joven muy piadoso de Belén, que había pedido a Dios, con gran fervor, el cumplimiento de la promesa: en su corazón vi un gran deseo de ser elegido por esposo de María. 

En cuanto a Ella, volvió a su celda y derramó muchas lágrimas, sin poder imaginar siquiera que habría de permanecer siempre virgen. 

Después de esto vi al Sumo Sacerdote, obedeciendo a un impulso interior, presentar unas ramas a los asistentes, ordenando que cada uno de ellos la marcara una con su nombre y la tuviera en la mano durante la oración y el sacrificio. Cuando hubieron hecho esto, las ramas fueron tomadas nuevamente de sus manos y colocadas en un altar delante del Santo de los Santos, siéndoles anunciado que aquél de entre ellos cuya rama floreciere sería el designado por el Señor para ser el esposo de María de Nazaret.

Mientras las ramas se hallaban delante del Santo de los Santos, siguió celebrándose el sacrificio y continuó la oración. Durante este tiempo vi al joven, cuyo nombre quizás recuerde, (y que la Tradición llama Agabus) invocar a Dios en una sala del Templo, con los brazos extendidos, y derramar ardientes lágrimas, cuando después del tiempo marcado, les fueron devueltas las ramas anunciándoles que ninguno de ellos había sido designado por Dios para ser esposo de aquella Virgen.

Volvieron los hombres a sus casas y el joven se retiró al monte Carmelo, junto con los sacerdotes que vivían allí desde el tiempo de Elías, quedándose con ellos y orando continuamente por el cumplimiento de la Promesa.

Luego vi a los sacerdotes del Templo buscando nuevamente en los registros de las familias, si quedaba algún descendiente de la familia de David que no hubiese sido llamado. Hallaron la indicación de seis hermanos que habitaban en Belén, uno de los cuales era desconocido y andaba ausente desde hacía tiempo. Buscaron el domicilio de José, descubriéndolo a poca distancia de Samaria, en un lugar situado cerca de un riachuelo. Habitaba a la orilla del río y trabajaba bajo las órdenes de un carpintero. 

Obedeciendo a las órdenes del Sumo Sacerdote, acudió José a Jerusalén y se presentó en el Templo. Mientras oraban y ofrecían sacrificio pusiéronle también en las manos una vara, y en el momento en que él se disponía a dejarla sobre el altar, delante del Santo de los Santos, brotó de la vara una flor blanca, semejante a una azucena; y pude ver una aparición luminosa bajar sobre él: era como si en ese momento José hubiese recibido al Espíritu Santo. Así se supo que éste era el hombre designado por Dios para ser prometido de María Santísima, y los sacerdotes lo presentaron a María, en presencia de su madre. María, resignada a la voluntad de Dios, lo aceptó humildemente, sabiendo que Dios todo lo podía, puesto que Él había recibido su voto de pertenecer sólo a Él.

Ceremonia nupcial

Las bodas de María y José, que duraron de seis a siete días, fueron celebradas en Jerusalén en una casa situada cerca de la montaña de Sión que se alquilaba a menudo para ocasiones semejantes. Además de las maestras y compañeras de María de la escuela del Templo, asistieron muchos parientes de Joaquín y de Ana, entre otros un matrimonio de Gofna con dos hijas. Las bodas fueron solemnes y suntuosas, y se ofrecieron e inmolaron muchos corderos como sacrificio en el Templo. 

He podido ver muy bien a María con su vestido nupcial. Llevaba una túnica muy amplia abierta por delante, con anchas mangas. Era de fondo azul, con grandes rosas rojas, blancas y amarillas, mezcladas de hojas verdes, al modo de las ricas casullas de los tiempos antiguos. El borde inferior estaba adornado con flecos y borlas. 

Encima del traje llevaba un manto celeste parecido a un gran paño. Además de este manto, las mujeres judías solían llevar en ciertas ocasiones algo así como un abrigo de duelo con mangas. El manto de María caíale sobre los hombros volviendo hacia adelante por ambos lados y terminando en una cola. 

Llevaba en la mano izquierda una pequeña corona de rosas blancas y rojas de seda; en la derecha tenía, a modo de cetro, un hermoso candelero de oro sin pie, con una pequeña bandeja sobrepuesta, en el que ardía algo que producía una llama blanquecina. Ana había traído el vestido de boda, y María, en su humildad, no quería ponérselo después de los esponsales.

Las jóvenes del Templo arreglaron el cabello de María, terminando el tocado en muy breve tiempo. Sus cabellos fueron ajustados en torno a la cabeza, de la cual colgaba un velo blanco que caía por debajo de los hombros. Sobre este velo le fue puesta una corona.

La Virgen María es rubia

La cabellera de María era abundante, de color rubio de oro, cejas negras y altas, grandes ojos de párpados habitualmente entornados con largas pestañas negras, nariz de bella forma un poco alargada, boca noble y graciosa, y fino mentón. Su estatura era mediana. 

Vestida con su hermoso traje, era su andar lleno de gracia, de decencia y de gravedad. Vistióse luego para la boda con otro atavío menos adornado, del cual poseo un pequeño trozo que guardo entre mis reliquias. Las personas acomodadas mudaban tres o cuatro veces sus vestidos durante las bodas. Llevó este traje listado en Caná y en otras ocasiones solemnes. A veces volvía a ponerse su vestido de bodas cuando iba al Templo. En ese traje de gala, María me recordaba a ciertas mujeres ilustres de otras épocas, por ejemplo a Santa Elena y a Santa Cunegunda, aunque distinguiéndose de ellas por el manto con que se envolvían las mujeres judías, más parecido al de las damas romanas. Había en Sión, en la vecindad del Cenáculo, algunas mujeres que preparaban hermosas telas de todas clases, según pude ver a propósito de sus vestidos. 

José llevaba un traje largo, muy amplio, de color azul con mangas anchas y sujetas al costado por cordones. En torno al cuello tenía una esclavina parda o más bien una ancha estola, y en el pecho colgábanle dos tiras blancas. He visto todos los pormenores de los esponsales de María y José: la comida de boda y las demás solemnidades; pero he visto al mismo tiempo otras tantas cosas. Me encuentro tan enferma, tan molesta de mil diversas formas, que no me atrevo a decir más para no introducir confusión en estos relatos.

Intimidad con Dios= Santidad

HAY QUE MIRAR LAS COSAS BUENAS DE LOS DEMÁS


 

El demonio da otra tentación (y todas van con un celo de virtud que es importante entenderse y andar con cuidado) y esa tentación es que sentimos pena y dolor de los pecados y faltas que vemos en los otros: pone el demonio que es sólo la pena de querer que no ofendan a Dios y pesarle por su honra, y queremos remediarlo. 

Inquieta esto tanto, que impide la oración; y el

mayor daño es pensar que es virtud y perfección 

y gran celo de Dios.

Mirar los pecados de los demás es tentación, procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas de los demás y tapemos sus defectos con nuestros grandes pecados. 

Es una manera de obrar que, aunque luego no se haga

con perfección, se viene a ganar una gran virtud, que es tener a todos por mejores que nosotros, y comiénzase a ganar por aquí con el favor de Dios.

(Libro de la Vida, Santa Teresa de Ávila)

Yo estoy a la cabecera de los enfermos...

 


 María una vez en Medjugorje: "Yo estoy a la cabecera de los enfermos tal como estuve al pie de la cruz de mi Hijo Jesús (...) Queridos hijos, vuestro sufrimiento es también el mío. (...) 

Cuando tengáis un sufrimiento, queridos hijos, no digáis: 'Jesús y María están lejos de mí'. No, queridos hijos: al contrario, estamos muy cerca de vosotros! Abrid vuestro corazón y comprenderéis cuán cerca de vosotros estamos".


Confiemos en María. No es una Madre lejana y despreocupada, pues entonces no sería Madre. Hasta del más mínimo detalle de nuestra vida se ocupa. Cobijémonos bajo su manto. Su manto no es un manto de tela, que pueda agujerearse, no. Es el del Espíritu Santo, manto lleno de luz y amor, donde el enemigo jamás podrá adentrarse. 

Pongamos nuestro ser bajo ese manto, todas nuestras necesidades, familias, sacerdotes, pecadores, almas del purgatorio, enfermos. Todos bajo la maternal protección de Nuestra Señora

Alejandro María

viernes, 22 de enero de 2021

"EL BESO DE JESÚS"

A los 6 meses de ordenado, mi Obispo me envió a dirigir una Parroquia ; tenía que suplir a un Párroco que llevaba allí más de 30 años, por lo que me encontré con la no aceptación de los habitantes de aquel lugar. La tarea fue ardua pero fecunda y no habría tenido tanta fecundidad sin la ayuda de un pequeño llamado Gabriel... El protagonista de este relato.

A la segunda semana de llegar a aquel lugar se me presentó un matrimonio joven con su pequeño hijo muy especial (síndrome de Down). Me solicitaban que lo aceptara como monaguillo. Pensé en rechazarlo, y no por ser un niño con capacidades diferentes sino por todos las dificultades con las que iniciaba mi ministerio en aquel lugar, pero no pude decir que no, pues al preguntarle si quería ser mi monaguillo no me respondió, sino que se me abrazó a la cintura. Menuda forma de convencerme...

Lo cité para el siguiente domingo 15 minutos antes de la Eucaristía y puntualmente allí estaba con su sotanita roja y su roquete que su abuela le había hecho a mano para la ocasión.

Tengo que agregar que su presencia me trajo más feligreses pues sus familiares querían verlo estrenarse en su papel de monaguillo. Yo tenía que preparar todo lo necesario para la Eucaristía. No tenía sacristán ni campanero así que tuve que correr de un lado para otro, y no fue sino hasta antes de iniciar la Misa cuando me percaté que Gabriel nada sabía de cómo ayudar en la Misa; por la premura del tiempo se me ocurrió decirle:

"Gabriel, tienes que hacer todo lo que yo haga ¿vale…?"

Nunca se lo hubiera dicho, un niño como Gabriel es el niño más obediente del mundo, así que iniciamos la Celebración y al besar el altar, el pequeño se quedó prendido a él; en la homilía vi que los feligreses sonreían al hablarles, lo cual alegró mi joven corazón sacerdotal, pero luego me percaté que no me miraban a mí sino a Gabriel que me seguía tratando de imitar mis movimientos. En fin, uno de los detalles de aquella primera Misa con mi novel monaguillo.

Al terminar le indiqué qué tenía que hacer y qué no y entre otras cosas le dije que el altar solo podía besarlo yo. Le expliqué cómo el sacerdote se une a Cristo en este beso. Me miraba con sus grandes ojos interrogantes sin llegar a entender del todo la explicación que le daba… Y, sin callarse lo que pensaba, me dice: "Anda, yo también quiero besarlo…". Le volví a explicar porqué no... Al final le dije que yo lo haría por los dos. Pareció que había quedado conforme.

Pero al siguiente domingo, al iniciar la Celebración y besar el altar, ví cómo Gabriel ponía su mejilla en él y no se despegaba del altar con una gran sonrisa en su pequeño rostro.

Tuve que decirle que dejara de hacer aquello. Al terminar la Misa le recordé:

"Gabriel, te dije que yo lo besaría por los dos". 

Me respondió: "padre, yo no lo besé. Él me besó a mí…".

Serio le dije: "Gabriel, no juegues conmigo…" Me respondió: "¡¡De verdad, me llenó de besos!!".

La forma en que me lo dijo, me llenó de una santa envidia; al cerrar el templo y despedir a mis feligreses me acerqué al altar y puse mi mejilla en él pidiéndole: "Señor... bésame como a Gabriel".

Aquel Niño me recordó que la obra no era mía y que ganar el corazón de aquel pueblo solo podía ser desde esa dulce intimidad con el Único Sacerdote, Cristo.

Desde entonces mi beso al altar es doble pues siempre después de besarlo pongo mi mejilla para recibir su beso. ¡¡Gracias, Gabriel!

Acercar a los otros al misterio de la Salvación nos llama a vivir nuestro propio encuentro. Al igual que yo, con mi querido monaguillo maestro Gabriel, aprendí que:

¡Antes de besar yo el altar de Cristo... tengo que ser besado por Él!

"Señor Jesús, haznos sentir tus besos todos los días para que nuestros corazones nunca tengan más necesidad de amor, porque Tú lo llenas todo..."


Escrito por José Rodrigo López Cepeda

Aleteia

jueves, 21 de enero de 2021

Señor perdona...

 


Señor perdona todos los sacrilegios eucarísticos.

Señor perdona todas las santas comuniones indignamente recibidas.

Señor perdona todas las profanaciones al santísimo sacramento del altar.

Señor perdona todas las irreverencias en la Iglesia.

Señor perdona todas las profanaciones, desprecios y abandono de los sagrarios.

Señor perdona todos los que han abandonado la iglesia.

Señor perdona todo desprecio de los objetos sagrados.

Señor perdona todos los que pasaron a las filas de tus enemigos.

Señor perdona todos los pecados del ateísmo.

Señor perdona todos los insultos a tu santo nombre.

Señor perdona toda la frialdad e indiferencia contra tu amor de redentor.

Señor perdona todas las irreverencias y calumnias contra el Santo Padre.

Señor perdona todo desprecio de los obispos y sacerdotes.

Señor perdona todo desprecio hacia la santidad de la familia.

Señor perdona todo desprecio a la vida humana.

JOSÉ: CONFIANZA O EVIDENCIA

 HOY EL RETO DEL AMOR ES, EN EL PRIMER MISTERIO DEL ROSARIO, PEDIRLE A SAN JOSÉ QUE INTERCEDA, JUNTO CON MARÍA, ANTE SU HIJO, Y LE PIDA ESTA CONFIANZA QUE ÉL VIVIÓ


Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.


Este año el Papa Francisco nos ha regalado un año dedicado a San José. La verdad es que nunca había profundizado demasiado en él, pero, este año, es parada fija.

Orando me daba cuenta de que José fue el que estuvo junto con María en los primeros años de Jesús. Le enseñaría a andar, a comer, a leer, a trabajar... a todo. Le llevaba a la sinagoga y al Templo para orar.

En la oración, le pedía a Jesús que me mostrase cinco facetas de José en relación a Dios, de cómo él vivía su Fe.

Te preguntarás: ¿por qué cinco? Es muy sencillo; porque quiero que, cuando rece el rosario, poder unir a María con José en cada misterio. Así, en cada misterio, pedir a José que interceda ante Jesús por algo concreto.

Te comparto hoy una de ellas, la que más me llama la atención: es la confianza que tenía en Dios.

De José nos cuentan que era un hombre justo, un hombre de Dios. Pero esto no le evitó tener que confiar en Dios.

A mí me pasa que muchas veces quiero confiar, pero primero quiero tener claro qué es lo que Dios quiere de mí, o qué va a ocurrir. En realidad, quiero controlar lo que va a pasar. Esto no es confianza, esto se llama evidencia. Cuando algo lo tengo seguro, sé lo que va a pasar, no necesito confiar.

La confianza es el acto de fe y amor que más cuesta. Porque, cuando confías, no controlas nada, otro controla por ti.

De esto José sabe mucho. A José, Dios no le explicó todo lo que sucedería, ni mucho menos. José lo que hizo fue confiar, y esa confianza le llevó a entender la voluntad de Dios. Su confianza se sostenía en la certeza de que Dios le amaba. Es verdad que seguramente le desbordaba, pero vivía día a día, y así, diciendo sí en cada momento, pudo llevar a cabo la voluntad de Dios.

Me impresiona la confianza de José: no le pide cuentas a Dios, ni le exige nada, solo confía y camina. Para él, el caminar no era evidencia porque, todo lo que le va sucediendo, en principio, no tiene lógica, pero después ve que todo está bien. Esto es lo que le da la fuerza para cada vez confiar más.

Hoy el reto del amor es, en el primer misterio del rosario, pedirle a San José que interceda, junto con María, ante su Hijo, y le pida esta confianza que él vivió. Que en medio de esta situación nada nos lleve a desesperar sino a mantenernos en la confianza de que el Señor está con nosotros y que cada día nos mostrará el camino a seguir.

VIVE DE CRISTO. 

Padre Sergio

miércoles, 20 de enero de 2021

SOCORRE MI NECESIDAD, SAN JOSÉ

 


Amorosísimo Señor mío y gloriosísimo Patriarca Señor San José, consuelo de los desamparados, seguro norte de nuestra esperanza y remedio universal de nuestras necesidades, en cuya manos depositó Dios liberalmente los tesoros de su Omnipotencia, en beneficio de vuestros devotos y de los que en sus aflicciones se valen de vuestro patrocinio y amparo, acordaos gloriosísimo Santo mío, de vuestras piedades, y que ninguno hasta ahora de los que de veras se han acogido a vuestro patrocinio ha salido desconsolado de vuestra presencia.

Mirad, pues, Padre mío, mi aflicción y necesidad para socorrerla; y si acaso lo que os pido no ha de ser para mayor honra vuestra y gloria de Dios, borrad de mi corazón este deseo, imprimiendo en su lugar en mi alma una humilde sujeción y conformidad perfecta con su santísima voluntad.

(Devocionario Josefino)

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