Miradme, hijos Míos, miradme Crucificado. Ved lo que
parezco, ved si veis en Mí a un hombre o a un ser que no se puede ni reconocer.
Miradme, hijos Míos, miradme Crucificado. Soy Jesús, Vuestro Señor y Vuestro
Redentor. Pocos Me dais las gracias por haberos abierto las puertas del Cielo.
¡Con cuanto amor os redimí! ¡Con cuanto amor! Mi Madre unió Su amor al Mío y
ambos os redimimos con inmenso amor, Ella unida a Mí y Mi Divinidad. Miradme
hijos Míos, miradme Crucificado.
El hombre debe elegir el unirse a Mí, el reparar, el ofrecer.
Acérquense al Sacramento de la Reconciliación, donde les espero. Acérquense a
recibir Mi Cuerpo y Mi Sangre. Aliméntense de Mí Amorosa Entrega. Hijos, no
desprecien este instante, volteen la mirada, acudan a los Sacramentos con
prontitud. Oren y reparen sin dilación, es preciso, no demoren.
Mediten Mi entrega, mediten Mi Pasión, mediten en la esencia de Mi Amor por la humanidad, mediten en la esencia de cada acto de Mi Pasión, en cada flagelo, en cada caída.
ADÉNTRENSE EN LO ÍNTIMO DE MI CRUZ, NO LA MIREN SUPERFLUAMENTE, CADA TROZO DE MADERA ES AMOR DE MI AMOR Y CONTIENE EL EXTREMO AMOR CREADOR DE MI PADRE.
Mediten Mi entrega, mediten Mi Pasión, mediten en la esencia de Mi Amor por la humanidad, mediten en la esencia de cada acto de Mi Pasión, en cada flagelo, en cada caída.
ADÉNTRENSE EN LO ÍNTIMO DE MI CRUZ, NO LA MIREN SUPERFLUAMENTE, CADA TROZO DE MADERA ES AMOR DE MI AMOR Y CONTIENE EL EXTREMO AMOR CREADOR DE MI PADRE.
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