Cristo cargó su cruz
y nos invitó a seguirle. Después de cada caída, se levantó y siguió su camino
hacia el calvario, sabiendo que entregaba su vida con el Amor Divino en
plenitud y que la recobraría en la resurrección.
¿Por qué murió por nosotros? ¿De qué nos salvaba? Nos salvaba del pecado, del infierno eterno, de la esclavitud del demonio. Nos revestía de gracia, nos abría las puertas del cielo y nos hacia hijos del Altísimo.
El Señor es clemente y compasivo, lento a la cólera y rico en piedad, nos dice la Escritura. Pero también nos dice: "No todo el que diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos...". Y también: " Id al fuego eterno...". Infierno y eterno.
La salvación no es cuestión de broma. La muerte de Cristo no ha sido un juego. Pocos toman hoy día en serio su salvación. Muchos niegan la realidad del infierno y por lo tanto no creen en la condenación eterna. A estos, diría el fallecido jesuita P. Jorge Loring: "No te preocupes, te enterarás cuando te mueras".
Tú y yo nos fiamos de la palabra de vida de Cristo Dios, de su autoridad divina. Si Cristo lo ha dicho, no hay nada más que discutir. La Sangre de Jesucristo clama al Padre misericordia por todos nuestros pecados y los del mundo entero.
María Santísima baja del cielo a la tierra para recordarnos la posibilidad de nuestra condenación, para mostrarnos la realidad del cielo, llamándonos al camino de la conversión.
Pidamos esta gracia: que la Sangre de Cristo no se haya derramado en vano por mi causa, sino que sea motivo de salvación y misericordia para nosotros, por nuestro aborrecimiento al pecado y hambre de santidad.
¿Por qué murió por nosotros? ¿De qué nos salvaba? Nos salvaba del pecado, del infierno eterno, de la esclavitud del demonio. Nos revestía de gracia, nos abría las puertas del cielo y nos hacia hijos del Altísimo.
El Señor es clemente y compasivo, lento a la cólera y rico en piedad, nos dice la Escritura. Pero también nos dice: "No todo el que diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos...". Y también: " Id al fuego eterno...". Infierno y eterno.
La salvación no es cuestión de broma. La muerte de Cristo no ha sido un juego. Pocos toman hoy día en serio su salvación. Muchos niegan la realidad del infierno y por lo tanto no creen en la condenación eterna. A estos, diría el fallecido jesuita P. Jorge Loring: "No te preocupes, te enterarás cuando te mueras".
Tú y yo nos fiamos de la palabra de vida de Cristo Dios, de su autoridad divina. Si Cristo lo ha dicho, no hay nada más que discutir. La Sangre de Jesucristo clama al Padre misericordia por todos nuestros pecados y los del mundo entero.
María Santísima baja del cielo a la tierra para recordarnos la posibilidad de nuestra condenación, para mostrarnos la realidad del cielo, llamándonos al camino de la conversión.
Pidamos esta gracia: que la Sangre de Cristo no se haya derramado en vano por mi causa, sino que sea motivo de salvación y misericordia para nosotros, por nuestro aborrecimiento al pecado y hambre de santidad.
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