Empezamos a caminar en este inicio de año, y como bien sabe el Señor, es la madre la que con amor, ternura y paciencia cuida de su hijo, le enseña a comer, caminar, rezar...
En este 1 de Enero celebramos a María, Madre de Dios. Ella recibió en su seno virginal a Aquel que desde los días de la eternidad es Dios. Ella es la Madre del Príncipe de la Paz, por lo tanto la Reina de la Paz.
Que Ella nos enseñe a crecer en el amor a Dios y al prójimo. Que junto al Espíritu Santo, nos enseñe a exclamar: "Abbá", Padre. Que nos muestre el rostro misericordioso de Jesús, Fruto Bendito de su vientre.
Que todas las generaciones la proclamen una y otra vez bendita entre todas las mujeres. Consagremos nuestra vida entera a su Inmaculado Corazón. Ella lo tomará y nos dará sus sentimientos y amor hacia Jesús.
Dios podría haber venido al mundo de mil maneras, pues es Todopoderoso, pero eligió una: nacer de una Mujer, Llena de Gracia, Inmaculada. No ha querido venir sin María. Y no volverá sin María. Todo ello nos muestra cómo tenemos que recurrir a nuestra tierna y buena Madre, para que nos conduzca hacia su Hijo, la eterna felicidad.
Totus Tuus Mariae, nunc et semper.
Alejandro María
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