Pidámosla.
Los Santos pedían a Dios la perseverancia final, es decir, que se
encontraran en gracia de Dios en el momento de la muerte.
Y nosotros debemos imitar a los Santos y pedir a Dios la
perseverancia final y la perseverancia en el buen obrar, porque si queremos
valernos por nosotros mismos, estamos en un grave error, pues nadie se salva
por su cuenta, sino que es Dios quien nos salva, con nuestra ayuda.
Perseverar en el bien es una gran gracia, y debe pedirse en la
oración. Pero como nadie alcanza favores cuando no persevera en la oración;
entonces nos damos cuenta de que hay como una retroalimentación entre la
oración y la perseverancia, porque debemos perseverar en la oración, para
obtener la perseverancia en el bien.
Es decir, que no sólo se necesita poner de nuestra parte el
esfuerzo, sino que hay que recibir de Dios las ayudas oportunas para seguir por
el camino del bien.
El mundo se vuelve cada vez más hostil y malvado. Es una profecía
de Nuestro Señor, cuando avisó que en estos tiempos la caridad se enfriaría en
muchos. Pero también ha dicho Cristo que quien lograra perseverar en continuar
siendo bueno a pesar de todo lo malo que ve y que le sucede, se salvaría.
Porque en definitiva se trata de continuar siendo buenos y
amorosos, aunque todos odien, aunque tengamos pruebas, dolores y traiciones.
Tenemos que seguir siendo trigo de Dios, y no volvernos cizaña por ningún
motivo.
Santísima Virgen.
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