Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

miércoles, 29 de junio de 2016

Esclavos



También hoy hay esclavos, Señor, y esta mañana quiero rezar por ellos.

Uno iba a ser contratado como obrero especializado pero tiene 45 años. El esclavo ha tenido que irse a la sopa de Cáritas.
Ten piedad de él, Señor.

Dijeron: a partir del lunes, el horario de trabajo cambiará a las seis y media.
La esclava despertó a sus pequeños a las seis, para salir al trabajo.
Ten piedad de ella, Señor.

Si los encuentro otra vez hablando en el taller, se van a ir a... Y la esclava calló, mordiéndose los labios.
Ten piedad de ella, Señor.

Les pagaré tres horas menos, para cubrir el percance de ayer, dijo el capataz. Y el esclavo, ardiendo de vergüenza y de cólera, agachó la cabeza sin rebelarse, porque en casa hay unos hijos que alimentar.
Ten piedad de él, Señor.

Hoy, los señores tendrán invitados, como todas las semanas. Y como ella duerme en el salón, tiene que esperar a que, a las tres de la mañana, los invitados se vayan.
Ten piedad de ella, Señor.

He aquí como los hombres egoístas han reducido a sus hermanos a la esclavitud. Pero Tú no quisiste eso, Señor, cuando nos invitaste a trabajar los unos por los otros completando Tu Creación.

Tú querías que la tierra fuese un inmenso taller donde el gesto más pequeño del hombre sirviera para la obra común.

Tú te imaginabas unidos, como células de un mismo cuerpo, los campos en simiente y las fábricas humeantes, despachos y talleres, la intimidad del hogar donde las madres trabajan y las entrañas de la tierra donde escarban los mineros, el laboratorio de los sabios y el estudio de los artistas.

Tú querías hombres maduros, enaltecidos por el trabajo. Pero hemos echado a perder el trabajo del hombre, hemos envilecido el misterio de la Creación.

Esta mañana, Señor, te ofrezco el largo grito de rebeldía de los hombres, esclavos del trabajo, te ofrezco la humillación y la pena de cada uno, la lucha de todos.

Te ofrezco los apaleados, encarcelados, ametrallados, asesinados, ese ejército de trabajadores que se bate a golpes de dolor para que sus hermanos sean libres.
Ilumínales con tu luz, Señor:

Que en sus problemas, sepan dónde van, que sean Justos en su lucha, que sean generosos en su entrega, y sobre todo, que sepan que este mundo mejor que hay que hacer le preocupa (más que a nadie) a SU PADRE.

Si, purifica su corazón, Señor, a fin de que luchen por amor, y que todos, libres y ufanos, puedan ofrecer al Padre al fin de los tiempos, el Paraíso que contigo habrán construido con sus manos. Amén.

Michel Quoist
 




martes, 28 de junio de 2016

En el silencio de tu alma



En el silencio de tu alma se esconden los más bellos secretos de tu corazón.

En el silencio de la naturaleza Dios susurra a través de los pájaros y demás criaturas.

En silencio con un amigo, se descubren maravillosas conversaciones que la palabra sería incapaz de verbalizar.

En el trabajo callado y tranquilo, los dones de las personas se hacen visibles.

Entre ruidos y prisas el silencio puede ser el mejor arma del que dispones para acercarte a Dios y a ti mismo.

El silencio no es la ausencia de sonidos, es un estado tranquilo en el que te puedes verbalizar con mayor claridad a ti mismo aquello que se mueve en tu interior.

La palabra, cuando es clara y sincera, nos acerca a los demás, nos ayuda a darnos a conocer, nos muestra lo que los otros piensan y viven…
El silencio es el mayor grado de comunicación que podemos conseguir con un ser humano.

La soledad no es silencio, el silencio no es soledad.

La vida se comparte dándola, el silencio se comparte estando al lado del que sufre, del que ama, del que vibra al son de un sencillo acorde musical.

Ábreme el cofre sagrado de tu silencio, comparte conmigo desde lo que eres, desde lo que vives, desde lo que lloras y desde donde te alegras… sin palabras, sencillamente, desde lo que eres.

Entraré de puntillas, sin hacer ruido, para no romper la hermosura que me ofreces a través de tu silencio.

El silencio es el mayor grado de comunicación.
Gracias por leerme y escucharme en silencio.


 

lunes, 27 de junio de 2016

Debes primero perdonar




Sé que es difícil perdonar cuando no sabes amar; el rencor es algo tan amargo dentro, no te deja sonreír, ya no quieres vivir.
¿Por qué no dejas eso atrás y empiezas a amar?

Alguien que te amó, su propia vida la entregó para que fueras totalmente libre de ese cautiverio.
Él perdonó a los demás, sin importar si hicieron mal. ¿Por qué en lugar de odiar no decides hoy amar?

Sólo tienes que pensar, el perdonar es una decisión que deja en libertad tu corazón y limpia completamente toda herida, y ya la amargura en ti no reinará.

Sólo Dios puede juzgar, tú no puedes condenar, y mucho menos murmurar; si tú quieres que el Señor te perdone, debes primero perdonar.


 

domingo, 26 de junio de 2016

Lo ordinario.




La santidad no consiste en hacer grandes obras, sino más bien la santidad consiste en hacer extraordinariamente bien lo ordinario y común de todos los días.
Si esto no fuera así, el Señor no nos habría mandado a ser santos, porque eso sería un logro sólo de elegidos, de grandes apóstoles y no de gente común como nosotros.
Pero no. Dios nos llama a todos los hombres a la santidad, y podemos ser santos cumpliendo y haciendo con amor las cosas de todos los días. 

Es propio del demonio tentarnos. Él cumple su misión malvada. ¡Cuántas veces nos habrá sugerido que podríamos ser más santos y mejores si estuviéramos en otro estado de vida! Y así a los religiosos los tienta con la idea de que serían más felices en el matrimonio. En cambio a los casados los prueba con la tentación de que la vida religiosa es más perfecta y deberían haberla abrazado. 

El diablo es desorden y quiere llevar el desorden a todas partes. Por eso si tratamos de ser ordenados en todo, le cerraremos la puerta en la cara al demonio, ya que si buscamos santificarnos en el lugar en que Dios nos ha puesto, y haciendo las cosas comunes de todos los días, entonces ya tenemos mucho a nuestro favor, y Dios estará contento de nosotros, y seremos felices ya en este mundo. Porque muchas veces la infelicidad suele venir porque deseamos el mar cuando Dios nos ha puesto en la laguna, y así dejamos pasar los días y los momentos actuales y comunes de cada día, añorando algo que no es para nosotros quizás. 

Es bueno ir buscando desafíos, pero mientras tanto hagamos con amor y a la perfección las cosas de todos los días, sabiendo que en el cumplimiento de nuestro deber de estado está la santidad. 

No nos dejemos distraer por los ensueños que nos pone el demonio o nuestra imaginación, llamada por los maestros espirituales “la loca de la casa”.
Pensemos en la Virgen. Nadie es más santo que Ella, sino sólo Dios. Y sin embargo María no hizo milagros ni grandes apostolados, ni obras grandiosas. Sino que la Virgen hizo de manera extraordinaria lo que Dios le iba pidiendo a cada momento de su vida, hizo lo ordinario de todos los días y con mucho amor. 

Hagamos también nosotros esto que hizo la Virgen, y viviremos felices en este mundo, nos santificaremos, y alcanzaremos la gloria en el más allá.
Y para terminar, colocamos aquí tres frases de San Francisco de Sales, que confirman lo que hemos meditado: 

"Para ir a Dios hay muchos caminos quizás más excelentes que el que nosotros seguimos; reconozcamos su excelencia, pero pongamos todo nuestro empeño en progresar en el camino en que Dios nos puso, porque allí es donde Él nos quiere". 

"La santidad se encuentra en el camino que nos abre cada uno de nuestros días, en que se ofrecen a nosotros, con atractivo desigual, los deberes de nuestra vida cotidiana". 

"Es el amor lo que da precio a todas nuestras obras; no es por la grandeza y multiplicidad de nuestras obras por lo que agradamos a Dios, sino por el amor con que las hacemos".


TRIDUO A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO - Día III



INVOCACIONES

A cada invocación se responde:
"Madre de amor, ven en mi socorro"

* Madre del Perpetuo Socorro, cuyo solo nombre inspira confianza: R/.

* En el momento difícil de la prueba, para ser fuerte. R/.

* Cuando haya tenido la desgracia de caer, para que vuelva a levantarme. R/.

* Frente a la mentira y a la injusticia, frente al afán de poseer para mantenerme libre. R/.

* Si se oscurece mi fe, decae mi esperanza y me enfrío en el amor. R/.

* Al participar en los sacramentos y en el servicio a Dios y a los hermanos. R/.

* En todos los acontecimientos y ocupaciones de la vida. R/.

* Para estar atento a la Palabra de Dios y responder a sus dones. R/.

* Para conseguir con mi ejemplo que los demás te invoquen y te amen. R/.

* Madre mía, para ser fiel a Cristo, hasta llegar a la gloria del Padre. R/.


DÍA TERCERO
 
ORACIÓN. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Vos sois la dispensadora de todas las gracias que Dios nos concede a nosotros pecadores; y si os ha hecho tan poderosa, tan rica y tan benigna, es para que nos socorráis en nuestras miserias. Vos sois la abogada de los reos más abominables y desamparados que a Vos recurren; socorredme también a mí, que a Vos me encomiendo, en vuestras manos pongo mi eterna salvación y a Vos entrego mi alma; contadme en el número de vuestros más especiales siervos; acogedme bajo vuestra protección, y eso me basta. Si, porque si Vos me protegéis ya nada temeré; no temeré mis pecados, porque Vos me alcanzaréis perdón de ellos; no a los demonios, porque Vos sois mas poderosa que todo el Infierno; no temeré a mi propio Juez, Jesucristo, porque con una súplica vuestra El se aplaca. Solo temo que por mi descuido deje de encomendarme a Vos, y así me pierda. Obtenedme, Señora mía, el perdón de mis pecados, el amor a Jesucristo, la perseverancia final y la gracia de acudir siempre a Vos, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro!

Rezar cinco Avemarías. Hacer la petición del favor que se desea obtener con este triduo. Terminar con....



ORACIÓN FINAL 

V. Te has hecho, Señora, nuestro Refugio.
R. Socorriéndonos oportunamente en la tribulación.

ORACION. Dios Omnipotente, que en tu misericordia nos diste la Imagen de tu Bienaventurada Madre, para que con el titulo especial de Perpetuo Socorro la venerásemos: concédenos, Señor, que en todas las vicisitudes de nuestra peregrinación en esta vida seamos, con la continua protección de la Inmaculada y siempre Virgen María, asistidos y amparados y merezcamos conseguir los premios eternos de tu Redención. Que vives y reinas por los de los siglos. Amén.




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