Tomás de Kempis nos
aconseja en su inmortal obra "La imitación de Cristo" (escrita varios
siglos atrás): "Atender
a qué es lo que se dice y no a quién lo dice".
Dios se comunica con
nosotros de múltiples maneras, solo hay que saber oírlo y verlo en las pequeñas
cosas cotidianas. Muchas veces esperamos grandes manifestaciones, cuando en
realidad Dios es el Rey de lo pequeño, lo humilde, cuando actúa aquí en la
tierra. Toda la Gloria y Omnipotencia de Dios, se transformó en humildad y
pequeñez cuando EL se manifestó, hecho hombre, entre nosotros. Una cueva en
Belén, el hogar mas humilde, una vida escondida, todo señala la pequeñez como
puerta hacia la Santidad. Los hechos, las obras, las más simples expresiones de
nuestra voluntad,
son el signo de nuestro estado espiritual. Ni grandes manifestaciones, ni una
vida extremadamente visible u ostentosa, nada de eso fue enseñado a nosotros a
través del ejemplo dado por Jesús, a lo largo de Su vida en la tierra, como
Criatura/Dios. El nos enseñó con los hechos, con Su Palabra. Y quienes lo
juzgaron y condenaron, simplemente miraron quien hablaba, olvidando o pasando
por alto el mensaje.
¡Se mató al mensajero, en la Cruz!.
¿Cuantas veces en
este mundo vemos que se hace lo mismo?. Se da valor a las ideas o a las
obras a partir del prestigio del autor, y se descartan enormes mensajes para la
humanidad, simplemente por no aceptarse a los mensajeros más humildes, más
pequeños, más simples. Pero la trampa es más compleja aún, ya que para
llegar a ser respetado se debe adherir a las reglas del mundo: vanidad,
egocentrismo, corrupción, envidia, poder, etc.
De este modo, se
vuelve muy difícil llegar a difundir las buenas obras, desde mensajeros basados
en la humildad, la pequeñez, la sinceridad, el amor, la unión verdadera y la
entrega.
¿Cuantos casos como
la Madre Teresa pueden pasar los filtros que el mundo pone?.
¿Cuantos quedan en
el camino?.
Sepamos escuchar a
Dios, El está dentro nuestro, en las cosas pequeñas, en los mensajes de
humildad y sencillez. Y sepamos verlo en aquellos a los que el mundo condena
por no cumplir con sus estándares, aquellos que solo quieren vivir en la
simpleza del día a día. Los modelos a imitar muchas veces están mas cerca de
nosotros de lo que pensamos, solo hace falta prestar atención, poner una mirada
a nuestro alrededor, y descubrir la Presencia de Dios donde menos la esperamos.
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