Que, como
cántaros resquebrajados
por los
golpes de este mundo,
necesitamos
ser renovados por tu Gracia.
Que, como
ríos que antaño corrieron frescas aguas,
hoy sentimos
que secas están los caudales de nuestras venas,
y sucias las
arterías de nuestra existencia.
¡Llénanos
de Ti!
De tu
Misterio que es Padre, Hijo y Espíritu.
De tu
Paternidad que nos aguarda en el cielo.
De tu
humanidad que la sentimos nacer en Belén,
crecer en
Nazaret, morir en Jerusalén,
y resucitar
de la fría e ingrata losa.
De tu
presencia que es voz y es silencio,
es calor y es
fuerza, es alegría y es gozo.
¡Llénanos
de Ti!
Que
orientados por ideas mezquinas
vivimos en un
sin vivir y sin rumbo alguno.
Que
creyéndolo tener todo,
no poseemos
lo más necesario e imprescindible:
la vida de
Dios para el hombre,
el futuro más
allá de este presente,
y la fe antes
que las dudas que nos pervierten.
¡Llénanos
de Ti!
Para que
seamos uno y todos a una,
y entonces,
sólo entonces,
podamos
presentarnos ante lo que acontece
como consuelo
y respuestas a un mundo que es viejo.
Para que,
nuestro soplo, además de ser humano,
tenga aliento
divino, fraterno y eterno.
Para que,
nuestros pasos, lejos de metas cortas,
sean huella
de lo que más allá del sol y de las estrellas aguarda.
¡Sí!
¡Llénanos de Ti!
Para que
nuestra vida sea canto de Dios,
testimonio de
Cristo,
y presencia
del Espíritu Santo.
Amén.
P. Javier Leoz
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